Cultura y Sociedad

Nos dejó Manolo Rincón, el entrañable amigo de los jóvenes Scouts de Ronda

Padre de familia numerosa y esposo de Merceces Ayala, siempre recibía en su vivienda de la calle Cristo con una sonrisa en el rostro a las decenas de jóvenes que a diario compartían unos momentos del día con ellos

Manolo Rincón siempre recibía a los jóvenes con una sonrisa en el rostro.

Muchos rondeños y rondeñas, que ahora andamos entre los 50 y los 70 años de edad, estamos hoy de luto por el inesperado fallecimiento del querido Manolo Rincón, uno de los más grandes artesanos de la madera de la ciudad y quien se convirtió en el mejor amigo de los jóvenes que formábamos parte del grupo 186 de Boys Scouts de Ronda, que tuvo su germen en el desaparecido colegio salesiano de El Castillo.

Padre de familia numerosa y esposo de Merceces Ayala, siempre recibía en su vivienda de la calle Cristo con una sonrisa en el rostro a las decenas de jóvenes que a diario compartían unos momentos del día con ellos. Fue como la segunda casa para muchos estudiantes que durante las décadas de los 70 y 80 siguieron las directrices de Lord Robert Stephenson Smyth Baden-Powell, el fundador del Movimiento Scout que durante aquella época tuvo un gran seguimiento en Ronda.

No se perdía ningún campamento de verano. Siempre dispuesto a colaborar y hacer más felices a aquellos jóvenes que por aquellos difíciles años luchábamos por labrarnos un futuro y mantener unas convicciones, en las que el compañerismo y el trabajo en grupo era nuestro principal compromiso. Todo ello teniendo como mandamiento el respeto a los demás, a la naturaleza y a los valores humanos,

Más de una tarde Manolo y Mercedes compartían la merienda con aquellos jóvenes hambrientos, que tras terminar las clases, en lugar de irse a sus casas preferían echar un rato de conversación y encuentro en aquella casa de la calle El Cristo.

Desde muy joven aprendió con gran presteza el oficio de carpintero, que entre otras cosas le llevó a ser uno de los mejores profesionales de la cooperativa de la madera que existió en Ronda. Una trayectoria profesional que finalizó siendo operario de mantenimiento en el Hospital de la Serranía, donde se jubiló.

Durante todo este tiempo, estuvo además muy comprometido con el mundo de las hermandades rondeñas, siendo el carpintero del trono de la Patrona de Ronda, la Virgen de la Paz, donde junto con el también desaparecido Manolo Friaza introdujo un quinto varal para que los jóvenes de la ciudad pudiesen portar sobre sus hombros a la Madre de Dios.

También realizó un gran trabajo en el trono de la  Hermandad de la Soledad, donde además de cuidar con esmero el dorado del cajón fue el artífice de que numerosos jóvenes entraran en la cofradía como horquilleros. Muchos de ellos aún siguen acudiendo cada Viernes Santo a la iglesia de La Merced para seguir llevando a la Madre que llora la pérdida de su Hijo.

Todo ello con su habitual simpatía. Pocas veces lo vimos de mal humor, y siempre ofrecía una palabra de consuelo o de ánimo cuando notaba a alguno de nosotros afligido.

Se ha ido un gran hombre, un gran padre y un gran amigo. Nuestro más cariñoso abrazo a sus hijos: Juan Manuel, Joaquín, Rafael, Paco y José Mari, con los que tuvimos la enorme suerte de compartir algunos de los momentos de la vida de Manolo. Gracias por dejarnos crecer con él.

Descansa en paz.


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