Cultura y Sociedad

Coronavirus: La madre Jennifer, una monja de clausura de Ronda, da consejos a todos los malagueños para llevar mejor el confinamiento

El Obispado de Málaga ha publicado un reportaje en su página web en el que se recogen todas las sugerencias de esta religiosa para afrontar con más facilitad esta crisis sanitaria

La madre Jennifer junto a su gatito en el convento rondeño.

Cuando apenas llevamos un par de días de confinamiento obligatorio tras el estado de alarma decretado por el Gobierno, son muchos los que afirman sentirse agobiados por no poder salir. Desde el Monasterio del Corazón Eucarístico de Jesús de Ronda, la madre Jennifer, priora de este convento de clausura, nos da algunos consejos y nos ofrece su reflexión para este tiempo de enclaustramiento.

«No estoy agobiada para nada y tengo motivos, porque aquí tenemos tres hermanas ya muy mayores: una, de 90 años, que tiene problemas respiratorios y de corazón; y otra que ha salido hace poco del hospital y necesita oxígeno 16 horas al día»

La hermana Jennifer, como le gusta que le sigan llamando, lleva 35 años entre las cuatro paredes de un convento. Desde su experiencia, lo que hay que hacer es sacarle provecho a la situación. «A las personas que se jubilan les digo: «¿Cuántas veces has dicho? Uy, si tuviera tiempo para hacer esto o lo otro». Hay que echarle imaginación, hacer cosas creativas, pintar, dibujar, estudiar… Si eres cristiano ponte en manos de Dios y dile: «ilumíname para ver qué puedo hacer». Ahora sí que hay tiempo para rezar, tiempo para escudriñar la Palabra de Dios, ¡para todo! Ponte en manos de Dios y busca en tu interior, porque hay muchas cosas dentro de ti que se han quedado enanas porque nunca has tenido tiempo, ni sabías dar tiempo a las cosas que hay por dentro».

Ante la situación de ansiedad que esta situación provoca en muchas personas, la priora hace una llamada a la calma: «mira, yo no me agobio, no estoy agobiada para nada y tengo motivos, porque aquí tenemos tres hermanas ya muy mayores: una, de 90 años, que tiene problemas respiratorios y de corazón; y otra que ha salido hace poco del hospital y necesita oxígeno 16 horas al día. La cosa no es halagüeña, pero no me preocupa porque siempre estamos en manos de Dios». Tras la crisis del coronavirus, Jennifer encuentra un mensaje de parte del Señor: «Él tiene algo planeado. Esto es una llamada a la conversión. Está tratando de sacudirnos porque, aquí, muchos cursos de formación para cristianos, pero los cristianos ¿dónde están? Nosotros aquí no nos jugamos la vida por ser cristianos como en otros países. Aquí al contrario, nos da vergüenza. Esto va a ser algo bueno para revitalizar la fe».

La convivencia es otro de los aspectos que más se resiente en vacaciones y en épocas como esta en la que tendremos que pasar muchas horas juntos. Esta carmelita descalza nos ofrece su experiencia al respecto: «esto también es una oportunidad. Hay que crear familia, hay que crear fraternidad. Somos familia, pero en realidad no nos conocemos. Ahora es el momento. Los padres no conocen a los hijos. Yo lo digo por mi experiencia también de joven. Mis amigos me conocían mejor que mis padres, aunque ellos pensaban que me conocían. Ahora es el momento. No hay que agobiarse, hay que verlo como una oportunidad. Dicen que la palabra crisis viene de cruce, se abren varios caminos y tienes que tomar una decisión. Es momento de decidir, de tomar postura, de elegir qué camino tomar. Mientras que dure esto, vamos a crear familia, vamos a sentarnos juntos, vamos a decir: «a ver ¿tú qué estás leyendo? ¿tú qué piensas de esto?»».

La priora del convento rondeño afirma que la comunidad, que actualmente componen 9 hermanas, está intensificando la oración por el problema actual: «hemos hecho una hora santa, estamos pidiendo mucho por los enfermos, por todos los difuntos, por todo el personal sanitario, los de la ambulancia, los de la administración y por todas aquellas personas que no están infectadas, para que el Señor y su misericordia las libre».

También ellas han activado un protocolo de contención para evitar contagios. «Aquí las vías de contacto con el exterior son las visitas o el torno. Como estamos en Cuaresma, no hay visita por lo general; y a la hermana que atiende el torno le he dicho que tiene que lavarse muy bien las manos con el gel desinfectante porque es lo más rápido y más cómodo. Y cuando cierra el torno, yo salgo y limpio todos los sitios, los timbres, todo». Aunque, repite, sin agobios. «Lo que no podemos es no vivir. Una cosa es preocuparse y tomar las medidas que tengamos que tomar, pero tenemos que seguir viviendo y sonriendo porque la vida sigue siendo bonita».


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