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Fauna de la Serranía de Ronda: Salamandra común (Salamandra longirostris)

Estos animales suelen vivir en libertad normalmente hasta unos 20 años, si bien en cautividad pueden durar hasta 50 años

Un ejemplar de salamandra común en la Serranía de Ronda. Foto Gonzalo Astete.

Su aspecto es más bien grande y robusto, mide normalmente entre 12 y 23 centímetros, incluida la cola. La cabeza es casi tan ancha como larga, algo aplanada y normalmente con el morro redondeado. En ella tiene unos abultamientos grandes y bien señalados llamados ‘glándulas parótidas’. Los ojos son grandes y saltones y el iris de color pardo oscuro. Las patas son cortas y gruesas y poseen unos dedos deprimidos. La cola también es corta, de sección redondeada, su longitud no sobrepasa la de la cabeza y el cuerpo juntos.

La piel de la espalda y los costados es lisa y brillante, de color negro con manchas irregulares amarillas, coloración que puede variar dependiendo de la zona geográfica, ya que pueden darse casos en que prácticamente no se observe el amarillo, y otros en que predomine o se distribuya en franjas. En la garganta y el vientre, las manchas amarillas no son tan numerosas y junto con el negro de fondo, son poco intensos.

Existen cinco subespecies de salamandra común en la Península Ibérica, diferenciándose entre ellas por el tamaño, coloración, diseño, etc.

Las salamandras suelen vivir en libertad normalmente hasta unos 20 años, si bien en cautividad pueden durar hasta 50 años.

Es una especie que vive fundamentalmente en zonas con vegetación, bosques de riberas y laderas sombrías, cerca de los cursos de agua, huertas, pastizales, pinares, etc., no soporta los terrenos secos. Vive en suelos cubiertos de hojas o líquenes, ocultándose durante el día bajo piedras, troncos caídos, agujeros, entre la maleza, etc. En general les gustan los lugares húmedos, con muchos líquenes y hojarasca. Puede adaptarse a vivir desde el nivel del mar hasta los 1.800 metros.

En la península es especialmente abundante en el norte y en Galicia, y aunque menos abundante está presente en los sistemas Bético, Penibético, Central, Oretano e Ibérico.

En la Serranía de Ronda se la suele encontrar en noches de lluvia o de mucha humedad, siempre en zonas de cursos de agua o huertas.

Es durante el otoño cuando las salamandras entran en celo, apareándose en tierra durante la noche. El macho sigue a la hembra y se coloca sobre ella, se desliza hacia abajo, y comienza a rozar su hocico con la garganta de la hembra, para, una vez fecundada, la pareja se separe.

Dependiendo de la zona, desde diciembre a febrero, la madre puede dar a luz hasta 86 larvas, pero normalmente las puestas son de unas 30 o 40 larvas envueltas en una membrana de la que se sueltan rápidamente. Las larvas son de aspecto robusto con la cabeza muy ancha y desde que nacen, ya poseen las 4 patas desarrolladas y nadan a la perfección. Son depositadas en pequeños charcos de manantiales, regatos, o pastizales encharcados, observándose el mayor número de larvas en el agua entre los meses de enero y febrero. Las fuentes y pilares de la Sierra de Las Nieves que se han recuperado se han dotado de unas pequeñas rampas para que las salamandras y otros anfibios puedan entrar y salir del agua. Una excelente medida que ha contribuido a aumentar las poblaciones.

La cresta dorsocaudal (cresta que presentan en la espalda y parte superior de la cola) nace en la mitad del cuerpo, y la punta de la cola es redondeada. Su color es color grisáceo, con manchas pardas y reflejos metálicos, y el vientre blanquecino. Al ir creciendo, las manchas oscuras se hacen más notables y aparecen manchas blancas muy características en la base de las patas que al acercarse la metamorfosis se vuelven amarillas. Pasados 3 ó 4 meses, desaparecen las branquias y aparecen ya las manchas amarillas, para completar el desarrollo larvario a los 5 meses, abandonando el agua al medir aproximadamente 6 centímetros, y ya con el aspecto y coloración de los adultos.

Tras la metamorfosis, los jóvenes son idénticos a los adultos, realizando largos desplazamientos desde las zonas de agua donde nacieron, alcanzando la madurez sexual (momento a partir del cual son capaces de reproducirse) a los 3 ó 4 años.

Come principalmente presas de unas medidas comprendidas entre 4 y 20 milímetros, pequeños artrópodos, gusanos, lombrices de tierra, caracoles, insectos (en su mayoría coleópteros), gasterópodos, oligoquetos, quilópodos y araneidos.

Es de costumbres completamente nocturnas (sobre todo los adultos) y terrestres, moviéndose más al anochecer y al amanecer y viéndosele de día en tiempo lluvioso. Comienza su actividad anual con las primeras lluvias del otoño tras pasar el verano en un periodo de inactividad.

Se desplaza con lentitud, y durante el día, permanece oculto bajo piedras, agujeros de topillos, líquenes, troncos, etc. Normalmente se mueve en un radio de entre 10 y 20 metros, por lo que es muy fácil volver a observar el mismo ejemplar durante varias noches.

Al ser capturada y manipulada, segrega un líquido blanco y espeso que en contacto con la boca, ojos o nariz, produce irritación.

Entre los animales que se alimentan de esta la salamandra, está la culebra de collar, culebra viperina, víboras, turones y nutrias.

Las fotos son de Gonzalo Astete a quien agradezco que me permita usarlas.

Bibliografía: https://www.faunaiberica.org


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