Entrevistas

Antonio Lasanta, presidente de Cruz Roja: «Creo que podremos mantener la ayuda que venimos prestando hasta ahora»

Antonio Lasanta, durante la última campaña de donación de sangre de Cruz Roja.

Mantenemos la entrevista durante una campaña de donación de sangre, y eso hace que se interrumpa en alguna ocasión por que se pide la colaboración de nuestro protagonista. Hasta esta misma semana se mantenía la incógnita de cuánto alimento destinaría el Gobierno central a Cruz Roja, después de que estas partidas hayan dejado de enviarse por parte de la Unión Europea. Pero finalmente se ha confirmado que se recibirá la misma cantidad que el año pasado.

¿Cómo se está desarrollando este 2014 en cuanto a la labor que realiza Cruz Roja?
Ha sido un año complicado, al igual que los anteriores, lo que pasa es que ya llueve sobre mojado. Si hace cuatro años teníamos unas 150 familias en situación precaria, ahora podemos hablar de 420 en estado de absoluta necesidad, es decir, que necesitan alimentos y ayudas para otras muchas cosas: agua, luz, alquiler, medicamentos… Esa es la realidad. Se han ido sumando los casos y se pueden contar con los dedos de una mano las familias que se dan de baja de esta lista. Y en este panorama, por un lado nos encontramos con cada vez más solidaridad ciudadana, pero también con mayores dificultades para recibir ayudas institucionales. No me refiero al Ayuntamiento de Ronda, con el que nos coordinamos perfectamente en todos los programas y cuyas ayudas incluso han aumentado, sino al programa de alimentos, que es el más importante. Hasta 2013 estas ayudas pertenecían a la Unión Europea, es decir, contaban con una partida específica, pero desde entonces hay una insistencia por parte de los países más ricos, encabezados por Alemania, para que se eliminara esa partida de los presupuestos. Oficialmente no se han quitado, lo que ocurre es que ya no se incluye una cantidad para alimentos, sino una para ayuda social que se puede destinar a lo que se quiera. Y una de las cosas que se ha decidido es que nada de ese dinero vaya al programa de alimentos. Así que este año no hay ni un euro de la UE para ello, sino que será el Gobierno el que se hará cargo de los envíos.

¿Cómo repercute eso en nuestra ciudad?
Bueno, este año lo que hemos hecho ha sido distribuir lo que ya había en los almacenes de Cruz Roja a nivel nacional y local. Con eso y con la ayuda del Ayuntamiento y de colectivos, empresas y personas a nivel particular hemos aguantado desde enero. El acuerdo fue que cada país aguantara su vela y decidiera qué cantidad iba a destinar a alimentos según sus circunstancias, y afortunadamente, justo hoy nos han comunicado que a finales de este mes se va a recibir la primera entrega por parte del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y al parecer será la misma cantidad que el año pasado, unos 15.000 kilos. Sin embargo se han suprimido una serie de alimentos, como aceite, atún, queso, melocotón en almíbar, garbanzos y alubias. Entonces solo queda

“Los alimentos de los que dispondremos en el futuro serán menos variados que hasta ahora”

arroz, lentejas, leche, pasta, galletas, judias en conserva, tomate frito, leche infantil y potitos. Esto hay que unirlo a los siete meses de retraso que llevamos, pero intentaremos complementarlo con lo que nos pueda dar el Ayuntamiento y lo que podamos poner nosotros. Aunque tampoco podemos estar todo el tiempo pidiendo. Por ejemplo, el aceite lo vamos a cubrir, porque es un producto básico, gracias a una partida de 800 litros que hemos recibido de una parroquia de Málaga. También intentaremos hacer lo mismo con otros productos de primera necesidad, pero nuestro presupuesto no estaba pensado para eso, así que tendremos que quitar dinero de otras cosas. Habrá que decidir si retiramos alguna partida como las de butano o agua.

¿Cree que esa cantidad será suficiente para atender a todas las familias?
Con esa partida y las contribuciones de Cruz Roja y el Ayuntamiento creo que se podrá mantener el nivel de ayudas que se ha mantenido hasta ahora. Hay que tener en cuenta que hemos mantenido el programa durante siete meses sin recibir nada, y eso ya es un esfuerzo importante. Además, desde este año en todas las asambleas de Cruz Roja estamos utilizando una parte del presupuesto para tarjetas monedero para comprar en supermercados. Son tarjetas de 30 euros para que las familias más necesitadas puedan acceder a otro tipo de productos, y de aquí a fin de año queremos atender a 100 familias con este sistema. Y el Ayuntamiento, con la puesta en marcha de la cocina social también está ayudando a paliar el hambre, además del trabajo de otras ONG y colectivos, como el  Economato Social. Así que afortunadamente hay herramientas a las que agarrarse, algo que es muy importante, ya que estamos convencidos de que el número de familias necesitadas no va a disminuir mucho durante este año. Aunque ojalá me equivoque y la situación mejore. Algunas veces cuando algún miembro de la familia encuentra un empleo o recibe algún tipo de ayuda son ellos mismos los que acuden a Cruz Roja para decir que necesitan menos alimentos. Hay que reconocer que la gente es solidaria en ese sentido. De todas formas, seguiremos trabajando y animando a que las empresas y los ciudadanos a nivel particular nos ayuden para que entre todos podamos salir de esta.

¿De cuántos voluntarios dispone actualmente Cruz Roja en Ronda?
Somos en torno a 120. Algunos están casi a jornada completa, como los que nos ayudan en el programa de alimentos, ya que hay que recibir los productos, cuantificarlos, ordenarlos, repartirlos… Este número también se ve afectado por la crisis y algunos de ellos también necesitan ser ayudados, además de ayudar. Hasta ahora teníamos un criterio sagrado, que era que había que separar a los usuarios de los voluntarios, pero el año pasado se decidió que si había voluntarios que tenían necesidades también pudieran recibir ayuda.

Además de esos voluntarios también hay mucha gente que colabora anónimamente con ustedes.
Sí, tenemos muchos colaboradores. Pero hay una parte fundamental, que son los socios, que siguen apoyándonos a pesar de la crisis.

¿No se han producido bajas debido a la crisis?
Por motivos económicos solo hemos tenido un par de ellas, aunque también ha habido altas y personas que han aumentado su cuota. Eso es lo que nos mantiene, porque es una cantidad mensual fija. Y después también tenemos ingresos gracias a la Legión, que llevan cinco años dándonos dinero de los dorsales de los 101 Km, la Fundación Unicaja, el Club Km 1, que nos dio 500 euros de un actividad que organizaron… Hay una entrada más o menos regular de donaciones que nos permite equilibrar el presupuesto de cada año.

¿A cuanto asciende ese presupuesto?
Nosotros andamos sobre los 50.000 euros para gastos generales, ya que no tenemos gastos de personal, porque todos somos voluntarios. Pero solo en butano nos gastamos el año sobre 8.000 euros, y eso que se lo pagamos solo a las familias más necesitadas, no a todas. Y este año vamos a superar esa cantidad. Y después, el Ayuntamiento paga el 50% de la factura de la electricidad de estas familias, y ellas tienen que pagar el otro 50%, pero a veces hay familias que no pueden pagar ni eso, y de forma excepcional también les ayudamos nosotros a pagarla. También asumimos los

“Nuestra intención es siempre evitar la picaresca y que las ayudas lleguen donde deben llegar”

recibos de agua, que cada vez son más elevados. Así que estamos bastantes desbordados, y por eso intentamos no equivocarnos y ayudar solo a las familias que más lo necesitan. Es imposible ayudar a todas. Además ahora estamos a la espera de poder llegar a acuerdos con las empresas para que no se produzcan cortes de luz y agua en los casos de extrema necesidad, cuando se vea que es imposible que puedan pagar los recibos.

¿Cómo se podría lograr eso?
Con Aqualia, por ejemplo, es una cuestión de negociar, y que se establezcan esos cauces. El Ayuntamiento no puede pagar los recibos porque es un impuesto municipal, pero podemos buscar otras fórmulas. Por ejemplo, nosotros nos podríamos comprometer a asumir esos recibos, aunque no de forma inmediata, sino a largo plazo. Además hay que tener en cuenta que cuando se produce un corte de luz o agua luego sale más caro. Así que queremos seguir trabajando en ese terreno para intentar evitar esos casos. Pero hay que hacerlo con mucho cuidado porque también hay casos de picaresca.

Precisamente esa picaresca es algo que preocupa mucho a Cruz Roja. ¿Funcionan los controles para que no se produzcan esos casos?
Sí, porque desde que empezamos a trabajar con la actual corporación municipal tenemos una base de datos común, y así es más difícil que se produzca esa picaresca. Todas las personas a las que atendemos tienen un informe exhaustivo, con su situación económica, laboral y social. Nadie puede ir a los servicios sociales ocultando que recibe ayudas de Cruz Roja, y al revés. Claro que siempre puede cambiar la situación de una familia y que no nos enteremos, pero yo diría que los controles funcionan por encima del 90% de los casos. Y con los alimentos sucede igual. Se elabora un informe por parte de los servicios sociales, que además nos los exigía la Unión Europea y ahora nos los exige el Gobierno. Por eso es más lento el reparto, porque cada persona tiene que firmar un documento para acceder a las ayudas. Es la única manera de hacerlo. Primero, por su propio bien, y segundo, para garantizar que las ayudas llegan a quien tiene que llegar. Y también tenemos contacto continuo con Cáritas, así que la picaresca se ha reducido bastante.


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