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Plantas de la Serranía de Ronda: La Mandrágora (Mandragora atumnalis); la planta de las brujas

Es una planta que contiene una sustancia activa muy potente, la atropina. Administrada en pequeñas dosis adormece, pero por el contrario, en grandes dosis, es un estimulante muy potente que provoca alucinaciones

Imagen de una planta de mandrágora tomada en la Serranía. Foto Andrés Rodríguez.

La mandrágora es una planta que contiene una sustancia activa muy potente, la atropina. Administrada en pequeñas dosis adormece, pero por el contrario, en grandes dosis, es un estimulante muy potente que provoca alucinaciones, quizá por eso en la Edad Media se decía que era una planta que “adormece el primer día y vuelve loco el segundo”.

La mandrágora pertenece a la familia de las solanáceas, es decir, está emparentada con la patata, la belladona, la belladona andaluza y el tomate. Crece en zonas boscosas húmedas cerca de ríos y arroyos. Su raíz es gruesa, larga, generalmente dividida en dos o tres ramificaciones de color blanquecino que se extienden por el suelo, sus hojas son de un tono verde oscuro, sus flores son blancas, ligeramente teñidas de púrpura. El fruto es parecido a una manzana pequeña y exhala un olor fétido.

Su forma parecida a nuestro cuerpo casi humana ha hecho de la mandrágora una planta muy usada por las brujas y temida por distintas civilizaciones. Es, junto con el muérdago, la planta mágica más conocida y utilizada de todos los tiempos.

Se trata de una planta altamente tóxica, algo que la relaciona con sus usos mágicos y como anestésico. Puede llegar a provocar la muerte si es ingerida directamente, y tiene actividad a través de la piel, por lo que es poco prudente manipular sus hojas, frutos y, sobre todo, sus raíces. Entre los síntomas de intoxicación por mandrágora se han documentado mareos, dificultades para respirar y bradicardia. Su cultivo es peligroso, pero al tener flores muy bonitas y vistosas, alguien que no conozca sus peligros y por su valor ornamental muy alto, puede animarse a cultivarla lo que resulta del todo desaconsejado

Las propiedades medicinales de la mandrágora existen, y están vinculadas al campo de la anestesiología. Su uso siempre debe hacerse bajo la supervisión de un especialista. Entre las propiedades ayudar a provocar el vómito, calmar dolores bucales y provocados por golpes en articulaciones, disminución de los dolores causados por fracturas de huesos y eliminación parcial de dolores de cabeza y migrañas.

En la antigüedad era la planta de las brujas y hechiceros por excelencia. Sus utilidades eran muchas y variopintas, por ejemplo se utilizaba para espantar a los animales salvajes por lo se plantaba alrededor de las casas, también a los malos espíritus o para realizar ritos amorosos. Se decía que era una raíz que adoptaba forma humana y gritaba ates de ser arrancada, por ello los buscadores de mandrágora se tapaban los oídos con cera. La raíz de la mandrágora suele ramificarse en dos por lo que sus raíces parecen piernas. Su flor es blanca y morada y su fruto es como una manzanita que huele muy mal al abrirse. La mandrágora también era utilizada para tratar la infertilidad, también se conocía como la planta que podía convertir cualquier cosa en invisible y ayudaba a encontrar tesoros. Por estas creencias populares, una sola raíz de mandrágora costaba el sueldo de un año a cualquier campesino en la Edad Media.

Posiblemente, es la forma humana de sus raíces lo que ha hecho que pueblos a lo largo y ancho del planeta hayan otorgado a esta planta distintas propiedades mágicas, convirtiéndola en remedio para enfermedades, invocadora de magias y en un potente afrodisíaco. Multitud de leyendas se han formulado en torno a la mandrágora, las más importantes están relacionadas con su origen y con la forma de la raíz.

Su fama es casi tan antigua como la humanidad misma, ya desde la Grecia clásica la mandrágora era ampliamente utilizada y se le conocía con el nombre de planta de Circe, en honor a la famosa diosa y hechicera del mismo nombre a quien Homero inmortalizara en su famosa Odisea. Según la tradición oral, esta planta era vista como símbolo de prosperidad y buena fortuna. Hipócrates describió sus raíces y Dioscórides la incluye en su libro más famoso, “De Materia Medica”.

Los antiguos pobladores de África y también en algunos poblados de Asia se creían que tenía propiedades curativas y por ello la utilizaban para lavarse las manos y los pies. Es aquí donde la fama de la mandrágora se enlaza con la tradición judaica, donde la raíz de esta planta era utilizada como un potente fertilizante. En el Antiguo Testamento Raquel, esposa de Jacob, que era estéril, se quedó embarazada tras tomar una infusión de mandrágora.

De hecho, para la tradición rabínica la mandrágora crecía al pie del árbol del Edén, por lo que muchos la han identificado con el esperma, argumentando que sus virtudes maravillosas virtudes procedían del hecho de ser el producto vivo de donde salió Adán. Durante la Edad Media se extendió la tradición de que la mandrágora nacía del esperma de los ahorcados de donde es muy probable que se le otorgaran sus atributos afrodisíacos. También en esta época, se la consideró el mejor de los medicamentos.

Se aplicaba en forma de cataplasma o se tomaba en caldo, o se hacía al enfermo sostenerla con la mano derecha. Decía que curaba la languidez, la jaqueca y los dolores de cuello. Santa Hildegarda de Bingen (alemana conocida también como Sibila del Rin) detalló sus virtudes en el siglo XII diciendo de la mandrágora que tomada con vino ahuyentaba la melancolía del alma, y que su infusión reanimaba a aquellos que sufrían nauseas.

Será también en la Edad Media donde esta planta pase de convertirse en medicinal a darse por una planta maldita vinculada a rituales, brujas y hechiceros. La mandrágora contenía el alma de los desesperados y quien la poseía podía escapar a los atentados y volverse invisible. Indicaba también dónde estaban ocultos los tesoros, fecundaba a las vacas y les daba doble leche. Y si se cuidaba durante siete años después de arrancarla se decía que se transformaba en un niño real tras un extraño y complejo ritual.

Uno de los casos más conocidos que alentaba la relación entre brujería y mandrágora ocurrió durante el juicio de Juana de Arco. Durante el proceso de Ruan en el que se puso en duda la validez de la capacidad visionaria de la Dama de Orleans, los jueces la acusaron de llevar oculta entre sus ropas una raíz de mandrágora, un ser demoníaco del que obtenía su maravilloso poder de adivinación y su don de mando, pues según las leyendas, si la raíz de mandrágora se mantenía en casa bien cobijada con paños de seda o lino y si era apropiadamente cuidada y alimentada movería su pequeña cabeza para afirmar o negar a las preguntas que se le hicieran. Estas declaraciones fueron cruciales en la sentencia de muerte de la joven heroína francesa.

Maquiavelo escribió una comedia en el renacimiento, en la que hacía parodia de las creencias populares que daban a esta planta un poder tan mágico. La obra se llamaba precisamente La Mandrágora, trataba de una pareja que no podía tener hijos.

Dos películas recientes en las que ha tomado protagonismos la mandrágora son Harry Potter y El laberinto del Fauno. En ambas, la raíz de la planta aparece vinculada a la magia, y su grito es presentado como uno de los sonidos más agudos y desagradables del mundo.

Bibliografía: http://elherbolario.com, http://espores.org


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