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Los vecinos de Cartajima participan en un taller informativo sobre ictus y alzhéimer

La actividad, organizada por el Ayuntamiento, de la localidad que se desarrolló en el salón municipal de usos múltiples ubicado bajo la Plaza Virgen del Rosario

Más de veinte vecinos del pueblo participaron en el curso de salud.

Más de una veintena de vecinos de Cartajima participaron en un taller informativo sobre ictus y alzhéimer, actividad organizada por el Ayuntamiento de la localidad que se desarrolló en el salón municipal de usos múltiples ubicado bajo la Plaza Virgen del Rosario.

En primer lugar, el ictus comprende un conjunto de enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos que suministran la sangre al cerebro. Este grupo de patologías, conocidas popularmente como embolias, también se denominan accidentes cerebrovasculares y se manifiestan súbitamente. Existen dos tipos principales de ictus, los hemorrágicos o hemorragias cerebrales, que se producen cuando un vaso sanguíneo se rompe, y los ictus isquémicos o infartos cerebrales, que ocurren cuando una arteria se obstruye por la presencia de un coágulo de sangre. A menudo este trombo se origina en el corazón y se desplaza hasta el cerebro, donde interrumpe el flujo sanguíneo. Cuando se sufre un ictus, el daño cerebral adquirido puede ser irreversible y dejar secuelas graves que repercutan de forma notable en la calidad de vida de los afectados. Después de un ictus sólo un tercio de los pacientes se recupera totalmente, otro tercio queda con secuelas y otro tercio fallece. Los estudios apuntan a que una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida.

La detección precoz del ictus es fundamental para diagnosticar qué tipo de accidente cerebrovascular es y suministrar el tratamiento adecuado lo antes posible. De esta manera se pueden reducir al máximo sus secuelas y la mortalidad de las personas afectadas. Las seis señales de alarma del ictus son las siguientes: pérdida de fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco. Trastornos de la sensibilidad, sensación de “acorchamiento u hormigueo” de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco. Pérdida súbita de la visión parcial o total en uno o ambos ojos. Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse, lenguaje que nos cuesta articular y ser entendido por quien lo escucha. Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente. Sensación de vértigo intenso, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas inexplicadas, si se acompañan de cualquiera de los síntomas descritos con anterioridad. Cuando una persona o alguien de su entorno se percata de que está padeciendo un ictus, debe acudir o ser trasladada lo antes posible a un hospital donde pueda recibir atención neurológica urgente.

Existen diferentes factores de riesgo que pueden desembocar en un ictus. Por un lado están los factores de riesgo establecidos como la hipertensión, hiperlipidemia, diabetes mellitus, tabaco, estenosis carotídea, fibrilación auricular, anemia falciforme; y, por otro lado, están los factores potenciales, como son la obesidad, la inactividad física, la intolerancia a la glucosa, la nutrición deficiente, el alcoholismo, la hiperhomocisteinemia, la drogadicción, la hipercoaguabilidad, la terapia hormonal sustitutoria/anticonceptivos, los procesos inflamatorios y la apnea del sueño.

Por otra parte, el alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales a medida que mueren las células nerviosas y se atrofian diferentes zonas del cerebro. La enfermedad suele tener una duración media aproximada después del diagnóstico de 10 años, aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la patología al momento del diagnóstico. El alzhéimer es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad aunque también en raros casos puede ser desarrollada desde los 40 años.

Por lo general, el síntoma inicial es la inhabilidad de adquirir nuevos recuerdos, pero suele confundirse con actitudes relacionadas con la vejez o el estrés. A medida que progresa la enfermedad, aparecen confusión mental, irritabilidad, cambios del humor, trastornos del lenguaje, pérdida de la memoria a corto plazo y una predisposición a aislarse a medida que declinan los sentidos del paciente. Gradualmente se van perdiendo las funciones biológicas, lo que termina con la muerte.

Las últimas investigaciones suelen asociar la enfermedad a la aparición de placas seniles y ovillos neurofibrilares. Los tratamientos actuales ofrecen moderados beneficios sintomáticos, pero no hay tratamiento que retrase o detenga el progreso de la enfermedad. Para la prevención del alzhéimer se han sugerido un número variado de hábitos conductuales, pero no hay evidencias publicadas que destaquen los beneficios de esas recomendaciones, incluyendo la estimulación cognitiva y la dieta equilibrada.

Por último, el responsable de impartir el taller en Cartajima manifestó su satisfacción porque Ayuntamientos de pequeños municipios, en los que generalmente buena parte de sus vecinos pertenecen a la tercera edad, organicen actividades de este tipo. Por su parte, desde el Consistorio se ha adelantado que en próximas fechas se llevarán a cabo nuevas campañas y talleres de carácter deportivo, social y medioambiental dirigidos a personas de diferentes grupos de edad, desde niños pequeños hasta personas mayores.


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