La realidad es que personas como Antonio Jiménez ‘Desnu’ engrandecen una ciudad y nos hacen sentirnos a todos orgullosos de tener vecinos como él, que son sin duda un ejemplo a seguir.
Que una persona que tiene bastante limitadas sus posibilidades económicas ponga a disposición de sus vecinos la única propiedad que posee, debe hacernos reflexionar a todos para darnos cuenta que otra sociedad es posible y que siempre encontraremos gente dispuesta a echar un mano a los demás, favor que sólo tiene como compensación la interior, la de saber que se ha obrado con el corazón y que hay otras formas de solidaridad que no consisten sólo en desprendernos de lo que nos sobra, si no que a veces podemos prescindir también de algo que parece que nos hace mucha falta.
Antonio vuelve a ceder su local a una familia, haciéndolo con un único objetivo, solucionar el problema de una familia, relevando en esa obligación a unas administraciones que cada vez se muestran menos receptivas a acercarse a los verdaderos problemas de una sociedad que sigue sobreviviendo gracias a los esfuerzos de personas tan desinteresadas como Antonio, que esperamos reciba algún día el reconocimiento que merece por su labor solidaria en favor siempre de los menos favorecidos