Opinión

Memoria/Fahrenheit (Francisco Pimentel)

Fahrenheit 451º es la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde, equivale a 233º centígrados. Es el título que el escritor Ray Bradbury le puso a la novela que publicó en 1953 para denunciar la censura de libros en Estados Unidos como resultado del Macarthismo que al igual que la quema de libros en la Alemania Nazi en 1933 era la expresión del totalitarismo analfabetizador como bien sabemos los españoles por nuestra propia experiencia.

La trama gira en torno al bombero Montag encargado de quemar los libros por orden del gobierno. Los bomberos tienen la misión de encontrar y quemar todos los libros ya que según el gobierno leer impide ser felices porque al leer los hombres empiezan a ser diferentes cuando deben ser iguales, lo que es el objetivo del gobierno, que vela porque los ciudadanos no cuestionen sus directrices y sean más productivos. Al principio de la novela Montag conoce a una muchacha llamada Clarisse que está señalada como loca por pensar. Clarisse cuenta que a ella y a su familia los tachan de antisociales porque hacen preguntas. Es esa joven la que empieza a generar en Montag la duda sobre si verdaderamente es feliz además de despertarle la curiosidad acerca de los libros. El jefe de los bomberos le explica que los libros sólo sirven para hacerse sentir mal a las personas. Es un hombre astuto que sigue las órdenes del gobierno y del sistema impuesto.

Cuando Montag es enviado a quemar la casa de una mujer anciana porque tenía una biblioteca coge un libro antes de echar el keroseno y se lo guarda. La anciana no sólo rehúsa salir de su casa sino que es ella misma quien le prende fuego con una cerilla. Esto impacta más a Montag y le hace pensar cuanto han de valer los ideales por los que lucha aquella gente, cosa que aumenta su curiosidad y se acuerda de un viejo profesor de literatura llamado Faber. Le plantea la necesidad de luchar para que los libros permanezcan sobre la ignorancia diseñando un plan entre los dos para cumplir este objetivo planeando contactar con un ex-impresor.

En la estación de bomberos suena la alarma y marchan a atenderla. Cuando llegan al lugar Montag ve horrorizado que es su propia casa. Su jefe le ordena quemar él mismo la casa junto con sus libros. Enfurecido Montag quema vivo al jefe de bomberos con el lanzallamas y huye. A pesar de que se había organizado una intensa búsqueda por parte de las autoridades Montag logra escapar al bosque atravesando un río dando con un grupo de personas llamados “hombres libro” que resultan ser académicos dirigidos por un hombre que le cuenta que la misión de ellos es esconderse del gobierno y memorizar cada uno un libro exactamente como está escrito con puntos y comas para transmitirlos oralmente a las nuevas generaciones y así algún día poder imprimirlos.

Y este es el punto que me sirve para recordar a Salvador Rosado de La Cueva quien, mucho antes que Bradbury escribiera esa metáfora, y siendo un niño vio en 1937 como los falangistas se llevaban a las mejoras personas de su pueblo y desaparecieron, fusiladas en Ronda. Salvador con 8 años había visto  con horror la detención, maltratos y conducción en camionetas de sus paisanos. Al ver que no volvían y oir los rumores de los asesinatos decidió memorizar sus nombres y circunstancias, edad, trabajo, familia… para que nunca se olvidaran y así un día poder recordarlos. A Salvador le llaman la Memoria Viva de La Cueva porque él ha retenido siempre en su memoria ese listado de hombres y mujeres de todas las edades que el fascismo borró de la vida. En el homenaje del año pasado en las fosas comunes, donde se supone que están, Salvador haciendo un gran esfuerzo vino desde La Cueva y como los “hombres libros” de la novela de Bradbury nos transmitió de memoria los nombres y los datos personales y familiares de los desaparecidos de La Cueva. La diferencia es que lo nuestro era y es real no una metáfora.

Por suerte y por el cambio de los tiempos ahora tenemos la ONU de parte de los pueblos de España y el plazo de un año dado al gobierno para dejar sin efecto la ley de amnistía e investigar las desapariciones forzadas cometidas durante el franquismo ya empezó el día 15 del pasado mes de Noviembre. Hoy quedan 343 días.


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