Opinión

¡Uf! ¡Que barbaridad! (Pedro Enrique Santos Buendía)

Es la segunda vez que vengo y creo que será la última porque es insoportable. Casi dos horas en el coche hasta que he aparcado. Según nos aseguraron nuestros preclaros munícipes cuando querían aprobar el PGOU este Macrocentro iba a ser la solución para el tráfico en el casco antiguo y desde que se inauguró los atascos son continuos ya que está prohibido estacionar en cualquier otro lugar y la poli municipal vigila con fruición a los infractores (el negocio).

La primera vez vine por el puente y el lío era monumental. Los coches ya estaban en fila y parados por la calle Jerez y en todas las bocacalles se veían otras interminables colas. A primeras horas de la mañana, alrededor de las dos de la tarde y a eso de las seis es insufrible. Se acumulan los que van al trabajo o salen de el, las madres que llevan sus niños al colegio, los residentes en la gigantesca Planilla, los usuarios del hospital nuevo ya casi terminado o los visitantes que quieren llegar al tan anunciado Centro de Recepción. Y no hay forma de salir del atasco.

Ya hicieron algunas pruebas, para limitar el tránsito vehicular por La Ciudad a los residentes, que fueron un éxito y demostraron la bondad de su implantación perpetua, pero las exigencias de los Promotores del Macrocentro y las influencias de los “amigos” que exigían la apertura de ese paso, acongojaron al Delegado de Tráfico que se volvió atrás en armonía con todos los Sentados.

Hoy he venido por la circunvalación y nada más salir de ella empezaba el atasco. Todos van al mismo sitio que es el único para comprar algún detallito en Ronda tras la quiebra de casi todos los comercios de la calle La Bola y alrededores. Tuvieron la increíble idea, por cierto única en el mundo, de poner un semáforo solo para autobuses en la calle Marbella al resultar imposible el cruce de dos de ellos por esas estrechuras, pero ni pensaron que cuando se para un autobús también lo hacen los coches que le siguen y ya está el tumulto organizado, (en internet se multiplican los videos grabados por los muy enfadados conductores donde se aprecia un tráfico digno de la India). A ello hay que unir las continuas obras de reparación de las murallas con las que los choques son habituales desde que desviaron el arranque de la cuesta de Las Imágenes, hasta rozarlas, para que los buses turísticos pudieran llegar a lo que llaman INTERCAMBIADOR por una amplia calle Prado a la que los vecinos le han puesto el nombre de La Castellana. Por su magnificiencia.

Paco ya cerró la Bodeguita y el Almocabar es un almacén de clínex que distribuyen algunos subsaharianos entre los atascados coches. De los demás barecitos ya nadie se acuerda y es que el humo de los vehículos, el ronroneo continuo de todo tipo de motores y el insoportable ruido, han convertido la Alameda en un desierto. Además quién iba a tomar unas copitas allí si el aparcamiento se llevaba casi todo el presupuesto.

En ninguna de las dos visitas he logrado encontrar el Centro de Recepción. En la primera subí, tras dejar el coche, a la planta que llaman museística. El nombre creo que se debe a que se pueden encontrar expuestos todos los precios, escritos en todos los colores y con todos los formatos posibles, colgados de esos productos artesanales o pretendidamente artísticos, (alguno puede que se haya hecho en Ronda), que se venden como recuerdos a esos turistas incautos para los que Ronda es el barrio alto y antiguo de Marbella. Allí no estaba, y me tenía que ir para no acabar con el sueldo del mes en la caja del aparcamiento.

En esta última he intentado recorrer toda la planta comercial donde me han asegurado que se encuentra, pero la tarea es de héroes. Es tan grandísima y hay tantas tiendas y tiendecitas, tenderetes, expositores, pantallas, luminosos y reclamos publicitarios que no he podido. Cuando ya me iba he tenido que visitar los aseos por imperiosa necesidad y, al salir, he visto, en un rincón, una puerta enmarcada con lajas de piedra y coronada por las letras C.R.V., ( parece ser que puede significar Centro de Recepción de Visitantes), pero estaba cerrada y en un cuadrito se leía: Horario de atención a visitantes: lunes a viernes de diez a doce horas.


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