Opinión

De Sabios y Artistas que nos llegan al alma (Antonio Garrido)

Se celebra un homenaje a Ramón Corrales, al que por su condición de lo que fue en vida, bueno, sabio y emprendedor, habría que darle uno cada día. Hoy, para ello, nada mejor que nos envuelva la música que tanto amó y propagó.

 

Nos encaminamos a Santo Domingo, con las sombras ya de una noche espléndida reinando. Nos gusta el antiguo convento que construyeron los monjes de la orden al borde de un precipicio para ayuda de su vida contemplativa, con horizontes grandiosos si dirigían la mirada hacia arriba; con cavernas y rocas infernales, todo un símbolo, si miraban abajo. Imponente severidad, en cualquier caso, la del edificio.

Hasta su iglesia, vieja como los siglos, se cuelan sosegados los rumores de la noche y del abismo en calmosa mescolanza. El protagonismo, aparte del cumplido, primero, al homenajeado es para José Luis Nieto, que estudió en el conservatorio que lleva el nombre de Ramón y que ha querido esta noche, con su presencia, darle un grado más de esplendor, de arte, con modestia y conocimiento de lo que son los valores y de lo que a cada persona se le debe. Y, desde luego, para llevar a cabo su loable empeño se supera a si mismo. Se transforma, arranca notas imposibles a un piano que no tiene más dueño que unas manos, las suyas, de virtuoso, y un vigor, un entusiasmo, que le hacen no parar un instante recorriendo ensimismado las teclas; ya en un extremo, ya en otro, para que, por ejemplo, esa tempestad que creara Beethoven, suene a nuestro lado con todo su fragor, su ímpetu y sonoridad; para que el mar embravecido, vientos y borrascas, que no son sino melodías de ensueño, se nos metan muy dentro, nos lleguen al alma y nos transformen también a nosotros.

Muy al final, cuando otras sonatas y preludios han completado el embrujo del recital, nos queda rondando la idea de una noche en la que el desaparecido profesor, el alumno privilegiado y el numeroso público asistente, se pusieron de acuerdo para rendir un homenaje de los que no se olvidan a una persona también inolvidable.


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