Opinión

Las encuestas (Antonio Sánchez Martín)

No es la primera vez que relato desde estas líneas la habilidad y el buen tino que tenía Juan Fraile para elaborar sobre la marcha encuestas electorales que plasmaba sobre humildes servilletas a las que él confería el rango, poco menos, de documento notarial. Luego, conveniente acodado sobre la barra del bar o del pub donde se concitaba la créme política de su tiempo, daba un trago al vaso largo y se la pasaba a los camaradas con un retador: ¡Guardarla, que ya me diréis luego! Aquellos eran otros tiempos. Tiempos donde triunfaba Rapell y Aramis Fuster, el exoterismo estaba de moda, y el viejo camarada socialista, como si fuera un brujo más entre aquellos augures, era el que menos erraba de todos ellos, el joío.

Con esto lo que digo, es lo que ya he dicho tantas veces: “Que más sabe el loco en su casa, que el cuerdo en la ajena; y más el diablo por viejo, que por diablo”. Y que para hacer una encuesta no hace falta recurrir a “exóticas” empresas que nadie conoce y que se contratan “ad hoc” para preguntar por teléfono el consabido “si conoce usted al candidato de Papá, PePé, Pepito o del PSOE, y que a quién piensa votar en las próximas elecciones”. Algunas de estas empresas son tan, tan… “pintorescas” que algunas no tienen ni página web, lo que en pleno siglo veintiuno equivale a reconocer la precariedad de medios con que trabajan y la carencia de experiencia profesional que tienen sobre el tema. Al final, como se pueden imaginar, cada cual acaba arrimando el ascua a su sardina y cocinando los resultados a su gusto.

Lo que está fuera de toda duda es que quien encarga una encuesta lo hace con toda la mala leche de mundo; para influir (y confundir, si se precisa) a los votantes. Luego, la publica a bombo y platillo en algún medio de comunicación adicto (-algunos son tan tendenciosos que harían imparciales a periódicos franquistas, como Arriba o El Alcázar-), e intenta convencer a los lectores de que su partido está a punto de ganar las próximas elecciones. Los titulares son a la encuesta, lo que el humo al puchero; o séase: una parte más del arte de “cocinar la encuesta”. Y este año en Ronda las encuestas se cocinan y mucho; con tanto esmero que algunos se merecerían hasta una estrella Michelín, en reconocimiento a su arte culinario y al innegable valor que tiene incorporar al mundo de la gastronomía la alta cocina política.

Bromas aparte, en algo sí coinciden las encuestas publicadas hasta ahora sobre la intención del voto de los rondeños para las próximas municipales: En que no habrá mayorías absolutas y que al PSOE le va a resultar difícil mantenerse en la alcaldía. ¡Qué lejos quedan ya aquellos “dieciséis concejales” que en pleno delirio prometió Marín Lara a sus huestes y que suponían conseguir para los socialistas los mejores resultados de su historia! A estas alturas, eso no se lo cree ni él, y el palo va a ser de padre y muy señor mío, porque los rondeños no le perdonan que le votaran para mantener al PSOE en la oposición y acabara encumbrando en el poder municipal a Cañestro con su tropa; incluidos los obsoletos Angus, Paco Márquez, y Pedro Fernández Coca, auténticos vejestorios políticos de los que muchos rondeños están ya hartos, porque siguen de cargos de confianza cobrando mucho por hacer muy poco… y con cuatro mil parados en la calle.

También coinciden las encuestas en señalar que populares y andalucistas estarán probablemente en condiciones de gobernar juntos el consistorio rondeño a partir del próximo veintidós de mayo. Lo que me temo para los populares (su segunda encuesta está apunto de publicarse), es que los andalucistas van al alza, y al final los resultados entre ellos parece ser que van a estar más reñidos de lo que se suponía en un principio y el Partido Popular podría verse obligado a compartir la alcaldía con los andalucistas, dos años cada uno, si la diferencia de votos entre ellos es escasa.

Mientras tanto, Begoña Chacón vuelve a sus orígenes y luchará por la humilde alcaldía de Benalauría (que tiene mérito después de ser parlamentaria andaluza y diputada en el Congreso). Lo de Begoña tiene dos lecturas: Si nadie puede ser candidato en más de una lista electoral y no figura en la lista que los populares presenten en Ronda, Pepe Herrera tampoco irá. La marcha de Bego significa también la lucha de los populares por sumar todos los votos posibles en la serranía. Está en juego la Diputación Provincial, y por primera vez en su historia el Partido Popular está en condiciones de disputar al PSOE el diputado que aporta la Serranía de Ronda. Si como parece, el PP ganará también en Antequera y arrasará en Estepona, la Diputación pasará a manos de los populares; algo primordial para apoyar las inversiones municipales y zafarse de la soga con que la Junta de Andalucía intentará asfixiar a los ayuntamientos donde gobiernen los populares, al menos hasta que se celebren las autonómicas del 2012.

Con todo, la calle es la mejor encuesta; y no hay día que en la calle de La Bola me paren dos o tres pa preguntarme -¿y tú, como lo ves?-. Y yo hago lo que hacía Juan Fraile en estos casos: dejarse invitar y por el módico precio de un café les cuento lo que dicen las limpiadoras y los currantes que desayunan conmigo: “No colgaran de un pino al Alcalde y a tos los políticos”; lo que traducido en encuestas equivale a vaticinar “Abstención por un tubo; batacazo electoral de los sociatas y que venga otro a ver si arregla esto, porque así no podemos seguir ni un minuto más”. La encuesta realizada por ME Consulting (-My eggs, Consultores-) no deja lugar a dudas: PSOE: 7-8, PP: 6-7, PA: 5-6, IU: 1-2. Otros: Cero patatero. Y si se tercia, le digo la buenaventura a los candidatos con más salero que una gitana le lee el futuro a un payo en la palma de la mano. “Traiga acá, zeñorito. Ozú tocayo, ¡qué malamente pinta esto! De ocho no pasas, mi arma”.


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