Opinión

Pacientes consecuentes (Pepe Becerra)

Quizá sea uno de los razonamientos que un futuro muy próximo tengamos que hacernos con mucho mas frecuencia que ahora, cuando podríamos pensar equivocadamente que todo el monte es orégano. Habrá que tenerlo en cuenta cuando, ya sea de una forma rápida por una urgencia o premeditada por someternos a una intervención quirúrgica largamente aplazada, ingresemos en un centro hospitalario. No podemos echar en saco roto lo que cuesta que echen un remiendo a nuestra maltrecha constitución física o cuando nos sometemos a unas pruebas que evidencien ese mal que nos acongoja o muestren que estamos como un roble. Si bien nada nos cuesta, nada es gratis aunque a lo parezca, como se encargan políticos y autoridades sanitarias de advertirnos, hay que pensar que con buen criterio. Porque tanto va el cántaro a la fuente… Cuanto más si son tantos los que se acercan, ya sea al hospital o a la farmacia más próxima en busca del medicamento prescrito.

El gasto de las autonomías para atender la salud pública ascendió en 2009 a 70.000 millones de euros. ¿Hasta cuando se podrá resistir este ascenso vertiginoso habida cuenta que ahora los ingresos para engrosar el haber de la Seguridad Social se resienten a causa del paro desaforado? Tampoco sería una cantidad asumible aunque los ingresos no hubiesen sufrido merma.

Por estas razones y por lo que nos va en ello cuando se vislumbra un futuro si no sombrío sí muy difícil, tendremos que aplaudir la implantación de la “factura en la sombra”. El papel que vendrá a jugar puede ser fundamental para persuadirnos de que debemos comportarnos como pacientes consecuentes. Las reservas para atender nuestras dolencias no son, ni mucho menos, insondables. La sanidad publica en nuestro pais es excelente, y es una referencia para imitar en otros estados, incluido EE.UU. Consciente de ellos nos importa que no se resquebraje.


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