Opinión

¿Instinto o inteligencia? (Manuel García Hidalgo)

En situaciones límites, muchas personas han actuado de la mejor forma sin proponérselo y sin haber reflexionado antes, solamente dejándose llevar por su ímpetu, esta actuación no ha sido pensada y por lo tanto tampoco comprendida. A los mecanismos que determinan esta manera de proceder es a lo que llamamos instinto, equiparable a las formas de actuar de los animales. No sé si con esta catalogación, se quiere diferenciar la inteligencia propia de los humanos con la de los animales, equiparando lo que nosotros no comprendemos con lo que ellos hacen. Lo que está por ver es si ellos comprenden o no lo que hacen. Según nosotros, no, y por eso le llamamos instinto, más bien porque somos nosotros los que no tenemos ni idea de lo que se cuece en sus cabezas. Empecemos porque a los animales los hemos metidos a todos en el mismo saco y puede haber tanta clase de “instintos”, inteligencias como especies de animales hay en la faz de la tierra, dado que sepamos, un elefante no se entiende con una hormiga, ni tampoco un pájaro se aclara con un pez y no todos hablan el mismo idioma o mismo instinto. Cualquiera ha podido comprobar que cuando un tronco arde las hormigas se acercan al fuego y mueren mientras que el instinto de conservación, a otros animales les hace huir para salvarse, luego el instinto no es el mismo para todos. Es lógico que los humanos no podemos conocer nada de ellos sino en la medida en que se parecen o distinguen de nosotros, digamos que juzgamos más o menos inteligentes a los seres vivos en tanto en cuanto se parecen más o menos a nosotros, cuanto más se diferencian de nosotros, menos sabemos de ellos.

Las neuronas Espejos existentes en el cerebro, de los humanos y de los monos, que sepamos, se activan cuando un individuo realiza una acción y también cuando observa una acción similar llevada a cabo por otro individuo, con lo cual podemos gozar o sufrir por cosas que nos pasan a nosotros y también por lo que les ocurre a otros, esto, nos permiten entender las acciones e intenciones de los demás, capacitándonos para el aprendizaje y el conocimiento lógicamente de nuestros congéneres.

Aquí la lógica funciona, la nuestra por supuesto. Un hombre a la criatura que más conoce o está capacitado para conocer, es a otro hombre, por ser el sujeto más parecido de la creación; Según se dice y se oye las mujeres se entienden más entre sí que con los hombres; la misma lógica lo explica, tienen más cosas en común. A veces decimos que hemos sacado muchas conclusiones de la mirada de otro hombre. Pero, dígame Vd., que lectura se saca de la mirada de un pez. Algo más, por más parecido, sacaremos de la mirada de un caballo. Y cada vez menos cuanto más distinto sea. Llegaría cualquier hombre a saber en un momento determinado, por muy inteligente que sea, ¿qué está pensando una lombriz a un metro debajo de tierra?. ¿O por ejemplo una angula de un cm. de tamaño a un Km. bajo el nivel de la superficie marina?. Algo “pensarán” porque cuando las Anguilas ovulan a esas latitudes marinas, las angulas, ya deben estar pensando al nacer cómo dirigirse ayudadas, por las corrientes marinas de llegar a la desembocadura de los ríos donde son atrapadas para ser llevadas a la mesa de los pudientes. A esas cualidades, le llamamos limpia y llanamente instinto. Ni siquiera alcanzamos a saber si lo que hacen es pensar o utilizar otros sentidos o misterios que nosotros no podemos ni imaginar, simplemente porque nuestras aptitudes son las que son y los criterios que tenemos son únicamente los que nos proporcionan estas capacidades en torno a las cuales hemos confeccionado nuestro saber y vivir.


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