Opinión

…que 20 años no es nada…

Teniendo en cuenta la precaria situación de las comunicaciones rondeñas sería una noticia a priori digna de celebrar que se inaugure una tramo de vía.

Pero claro, como en muchas cosas en la vida, están las dos versiones. La oficial en la queson todo felicitaciones por la puesta en servicio de una tramo que no llega a cinco kilómetros pero donde todo son parabienes. Un trazado seguro y cómodo, una obra donde se ha experimentado con materiales ecológicos, una reducción en tiempo de llegada a la capital. Pero, curiosas son las memorias de nuestros políticos. Al consejero de Obras Públicas en funciones se le olvidó decir que nuestra ínclita administración andaluza ha tardado quince años en cinco kilómetros de carretera, tampoco tuvo memoria para disculparse por los continuos retrasos en los últimos meses fruto de una planificación sencillamente terrible.

Y lo mejor de todo es que, una vez se ha puesto el tramo al servicio de los conductores, todo lo que se nos vendió el lunes como una panacea termina siendo un trabajo realizado, como mínimo, ‘deprisa y corriendo’, por muy paradójico que parezca. La dirección del coche tiembla en algunos tramos gracias a un suelo poco firme, el trazado es tan seguro que en tan sólo una semana se han producido tres accidentes gracias a una glorieta de conexión con la carretera de Ardales mal señalizada y peligrosa en su llegada. Un trabajo impecable, sí señor. El lunes todo eran felicitaciones. En el acto vimos algunas caras que, más que aparecer en la foto, deberían haberse ocultado, o al menos ponerse lo más lejos posible si tuvieran un poco de vergüenza política ante los ciudadanos que los han puesto en ese cargo. Si ya es indignante que se tarde veinte años en una obra, que encima no sea perfecta y esté provocando protestas entre los conductores, más de cuatro mil diarios, que la utilizan es, sencillamente digno de pedir las más absolutas responsabilidades. Y creo que es algo que deberían de plantearse nuestros gobernantes locales. La paciencia tiene un límite y que Ronda siempre sea el ‘patito feo’ de la Junta de Andalucía es algo a lo que se debe poner fin de forma inmediata. A ver si la ‘era Griñán’ no deja tan abandonada como su antecesor a la Serranía rondeña.


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