Opinión

Promesas incumplidas

Tenemos esta semana un claro ejemplo de lo que no debe ser la política, promesas incumplidas, que, por desgracia, son demasiado frecuentes.

En saco roto quedó la promesa del grado medio para el conservatorio, tras la negativa definitiva de la Junta de Andalucía que se ha conocido esta semana.

Lamentablemente, tenemos que hablar nuevamente de una promesa incumplida, esas que tanto daño hacen a la política, que están provocando que el ciudadano tenga esa imagen tan pobre de sus gobernantes.

Desde estas líneas nos gustaría pedirles, señores políticos, que no prometan aquello que no puedan cumplir, y es que jugar con la ilusión de las personas no es precisamente digno.

Este es un caso, pero seguro que tendremos que hablar de otros. Ojalá nos equivoquemos, aunque mucho nos tememos que no lo haremos.

Abusan muchos políticos de la palabra, la utilizan con demasiada facilidad, sin pensar en las repercusiones que tienen las mismas en la sociedad.

Lo peor de todo es que tampoco parece que les afecte mucho, y esos que van de superiores en la política, deberían de recibir en correspondiente castigo en las urnas, aunque tampoco sería justo que pagasen justo por pecadores, aunque, si los partidos no hacen nada con estos personajes, son tan cómplices de sus acciones como los autores de las mismas.


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