Opinión

El clima climático. (Comienzo)

Bueno, parece que se acabó. Vaya dos meses electorales que hemos pasado. En fin, ha salido lo que ha salido y por algo será. Está claro que nos merecemos los gobiernos que tenemos porque los hemos votado

Pedro Enrique Santos Buendía reflexiona sobre la situación en la que está actualmente Ronda.

Bueno, parece que se acabó. Vaya dos meses electorales que hemos pasado. En fin, ha salido lo que ha salido y por algo será. Está claro que nos merecemos los gobiernos que tenemos porque los hemos votado. ¿Qué por qué los hemos votado? Ah, eso para los expertos. Solo hablaré por mí, he votado a quienes me han parecido más serios, mas honrados en sus planteamientos y con propuestas más sensatas, después de meditarlo y sopesarlo porque no soy incondicional de ningún partido. Como tantas veces no han sido mis votados los ganadores, pero en esto de votar pasa como con el póker, jugar ya es una maravilla así que dejemos el triunfo para mejor ocasión.

Oyendo a nuestros políticos ha pasado lo de siempre: todos han ganado, aunque las victorias han sido pírricas casi en todos los casos. Los perdedores hemos sido nosotros, todos, como siempre también, sometidos a este régimen partitocrático donde solo nos permiten votar a partidos y no a personas, que sería lo correcto. Ahora ya están con lo suyo, trapicheando para ocupar Poder y olvidando todo lo que han dicho en sus campañas. En fin, paciencia.

Quien sí ha ganado y por goleada ha sido la televisión, los medios audiovisuales. Nuestra sociedad, cada vez más analfabeta o, al menos, acrítica, ágrafa y aculturalizada, depende para casi todo de la TV y esta es cada vez más zafia, vulgar y manipuladora. Los noticieros son retahílas de vídeos sin orden ni concierto. La noticia es la imagen -“el epicentro”-, sin imagen no tiene sentido hablar de nada y si consiguen una imagen de algo (especialmente algo truculento, sangriento o escandaloso), aunque sea un suceso nimio o marginal, le dan el rango de noticia de apertura. Los locutores, algunos bastante añejos, han olvidado el español, si es que llegaron a conocerlo, no solo retuercen la sintaxis sino que llegan a cometer faltas de ortografía orales y ni siquiera se disculpan, ¡el colmo! Y todo se presenta, “atentos”, con gesticulaciones de malabaristas y aturullamiento vocal, “eso sí”.

La memoria audiovisual dura muy poco porque no exige esfuerzo mental, le pasa como a la famosa de los peces, permanece un rato y lo que fue noticia de primera plana o un gran escándalo público al mes se ha borrado de la conciencia popular y, lamentablemente, ese borrado va arrastrando consigo los hábitos, formación y actitudes que eran importantes en los televidentes y se vuelven totalmente dependientes de las consignas o doctrinas que salen por las pantallas. Esto tiene consecuencias graves, los teleadictos se tragan todo lo que aparece en audimagen y le dan patente de verosimilitud. Las teles se han convertido en maestros de conductas y directores de comportamientos, entonteciendo a sus fieles que ya no saben cómo actuar si no se lo dicen antes. Es como si esas películas de zombis, gentes descerebradas, hubieran cobrado vida real.

La manipulación audiovisual está hoy tan al alcance de partidos, gobiernos, grandes empresas o grupos de poder  sin escrúpulos y con oscuros intereses, o clarísimos, que no dudan en utilizarla. Se lanzan bulos, teorías que parecen científicas y avalan supuestos expertos, que la sociedad metaboliza con avidez y a cuya defensa, o lucha, se lanza con fruición.

Por supuesto sin el menor espíritu crítico; primero por ignorancia (en la actualidad muy generalizada), por desidia o falta de interés; después por ir a la moda y avergonzarse de contradecir los tópicos a los que su grupo social ha dado el visto bueno (nuestra sociedad, supuestamente laica, cada vez lanza más anatemas sobre el disidente).

Así que voy a hablar de un tema muy de moda y que me apasiona, no tanto como Ronda pero bastante, sobre todo por cómo ha sido asumido por la mayoría de nuestros conciudadanos. Mayoría que desprecia a quien se atreve a negarlo o matizarlo, aunque lo haga con razones y argumentos de peso.

El título del encabezamiento es parte de una expresión que soltó, cuando empezaba a ponerse de actualidad este tema tras haber sido bautizado en un principio como “calentamiento global”, uno de los ministros de aquel gobierno Zetapé de tan ingrato recuerdo, y que completa rezaba: “el cambio del clima climático”. El pobre ministro, embarullado pero buen negociante, no sabía qué decir ni cómo explicar un asunto que habían puesto sobre la mesa algunos gobiernos o multinacionales para montar un gran negocio con el mismo. Y soltó aquello.

Hoy día, con una población urbana del 80% en el hemisferio occidental, la Ecología es el centro (si yo fuera alguna televisión habría escrito el epicentro) de todos los movimientos o actividades que quieran tener algún futuro. Sin la etiqueta “ecológico” no hay quien venda nada. El mayor disparate si lo adjetivamos como ecológico tendrá un éxito inmediato. Si quieres montar una asociación que consiga subvenciones le añades “ecológico” y no sabrás cómo gastar tantos ingresos. Si tu empresa se dedica a destrozar el medioambiente por las bravas no tienes más que definirla como de reciclaje ecológico y nadie te denunciará.

Habiendo tantos asuntos en los que intervenir para evitar la contaminación que nuestra sociedad vierte al entorno, todo se ha centrado en este: el Cambio Climático de origen Antrópico (antropogénico). Se han focalizado en este CCA tantas miradas, discursos, consignas y actuaciones de todo orden que ya casi se descubre que detrás hay algo muy indigno. Tal vez por ello ahora se está lanzando una gran campaña de aparente lucha contra los plásticos y las teles (como fieles instrumentos) ya sacan en todos sus noticieros imágenes de gigantescos basureros plásticos en los océanos y nos cuentan todos los días que los peces comen más plástico que alimentos naturales. Tanto plástico no puede ser cosa de dos días pero hasta ahora el silencio oficial ha sido casi total.

Lo de los plásticos sí que es un asunto muy serio, pero son muy pocos los que luchan de verdad por su reducción o buscan alternativas menos dañinas. Es lógico. Las empresas productoras de plásticos y sus derivados son potentísimas y con el dinerito no se juega.

Además, son muchos los otros compuestos químicos, ampliamente utilizados por la industria y que no existen de forma natural en la Tierra, que se vierten, entierran o esconden a la vista pero que no se reciclan o transforman eficientemente para no contaminar el entorno. Estos productos artificiales, habitualmente muy tóxicos, no producen el rechazo ni tienen la difusión social de los que goza el Cambio Climático, paladín indudable del ecologismo mundial y magnífico comodín para desviar la atención de las trapisondas de gobernantes y potentados.

Como es un asunto muy serio y necesita ser tratado en profundidad, ya hay bastante demagogia a su alrededor, no me extenderé mucho en este pensamiento de comienzo, seguiré con otros más. Termino haciendo algunas afirmaciones sobre el cambio del clima climático contrarias a los lugares comunes y tópicos admitidos como válidos e irrebatibles por el común. Es decir, me ofrezco como víctima propiciatoria de anatema a las mayorías teleadictas, habitualmente forofas de los partidos políticos y fieles seguidoras de las “verdades oficiales”.

Verdades oficiales que nuestros gobernantes y poderosos promocionan y difunden para desprestigiar las investigaciones rigurosas, tapar sus propios escándalos y desvirtuar la Historia, adaptándola a sus intereses personales o partidistas con absoluto desprecio a la Verdad.

Es el moderno Circo del Clima. Creado para entretener a las masas a las que los poderes fácticos siguen pretendiendo mantener controladas, sumisas y consumistas. En España ha alcanzado ya categoría ministerial: nuestro presi ha creado el ministerio para la transición ecológica (recuerden: el mayor disparate si…).

Mis aberrantes afirmaciones:

· El CO2, anhídrido carbónico o dióxido de carbono, es un gas totalmente natural y absolutamente necesario para el desarrollo de la vida.

· Entre los gases, de supuesto efecto invernadero, existentes en la atmósfera y que permiten el mantenimiento de la temperatura terrestre entre límites aceptables para la vida es muy irrelevante.

· Ha tenido concentraciones en la atmósfera terrestre muy superiores a las actuales y la vida no solo no ha desaparecido sino que se ha desarrollado más y mejor.

· El llamado “agujero de ozono”, tan alarmante ha poco y ahora casi olvidado, no tiene nada que ver con la actividad humana ni con los contaminantes que hayamos podido lanzar a la atmósfera.

· El cambio en el clima ha sido la norma del comportamiento histórico de la atmósfera terrestre. Ha cambiado, cambia y cambiará, por mucho que nos empeños en impedirlo. El mundo siempre se ha adaptado. Hasta ahora, claro.

· La llamada “capa de ozono” de nuestra atmósfera no existe.

· Los “estudios científicos” que avalan el cambio climático de origen antrópico son totalmente parciales, suelen estar muy bien pagados y se desarrollan para demostrar la verdad oficial. Su amplia publicación busca su confirmación y aceptación general. Los que lo niegan o lo ponen en cuarentena son silenciados.

· El gas  más importante en el efecto invernadero, infinitamente más que el resto de todos los existentes, es el Vapor de Agua.  Pero como es incontrolable (a ver quién se atreve con las nubes, lluvias, evaporación, sequías, condensación…) se desprecia en esos presuntos sesudos estudios. No resulta rentable para los muñidores de este asunto.

Creo que por hoy es suficiente.


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