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Fauna de la Serranía de Ronda: Lagarto ocelado (Lacerta lepida)

El reptil conocido como lagarto ocelado es el más abundante de los lagartos ibéricos. Es también el mayor lagarto europeo; mide normalmente unos 60 cm pero puede alcanzar los 90 cm

Imagen de este tipo de lagarto tomada en la Serranía, Foto José María Canca Guerra.

El reptil conocido como lagarto ocelado es el más abundante de los lagartos ibéricos. Es también el mayor lagarto europeo; mide normalmente unos 60 cm pero puede alcanzar los 90 cm.

Es un animal de aspecto corpulento, con cabeza ancha y triangular, los machos son más grandes que las hembras. Su coloración es variable en el dorso que puede oscilar del pardo al verde, incluso moteado, aunque generalmente dominan los tonos verdosos claros con abundantes marcas negras. Sus costados están adornados con dos o tres hileras de manchas azules llamadas “ocelos”. Estas manchas redondeadas son también más grandes en los machos que en las hembras. Los jóvenes sin embargo son verdinegros o verde oliva con manchas blancas o amarillo claro bordeadas de negro dispuestas transversalmente; en los flancos pueden tener también ocelos azules. La zona del vientre es amarillenta o amarillo verdoso y la cola a veces es rojiza, lo que puede indicar una regeneración de la misma.

Las parejas de lagartos ocelados permanecen unidas todo el año y son muy territoriales. Para defender sus amplios territorios, los machos pelean con frecuencia durante la primavera, aunque sin mayores consecuencias. Los coitos son también violentos; el macho y la hembra se muerden mutuamente. A partir de abril, pero sobre todo en junio la hembra excava un nido y hace la puesta, que consta de 17 a 20 huevos. Después de tres a cinco meses, entre septiembre y octubre, tiene lugar la eclosión. Las crías tardarán tres o cuatro años en alcanzar la madurez sexual y empezar a su vez a reproducirse.

El lagarto ocelado se distribuye por toda la Península Ibérica salvo la Cornisa Cantábrica. También está presente en el norte de África y la región mediterránea de Francia.  Se observa una notable disminución del número de ejemplares, sin duda la alteración de su hábitat, los insecticidas y herbicidas son los responsables. El lagarto ocelado es una pieza clave del ecosistema.  Vive en lugares secos y muy soleados hasta los 2.000 metros de altura.

El lagarto ocelado es omnívoro, en su alimentación entran los insectos grandes como escarabajos y saltamontes, arácnidos, gusanos, pequeños mamíferos, huevos de aves, pollos, otros lagartos y lagartijas. También come algunos frutos, sobre todo si son dulces.

Hiberna de noviembre a febrero en madrigueras abiertas en el suelo o bajo la maraña. Cuando despierta de su letargo, se mueve exclusivamente durante el día, buscando el sol. Soporta muy bien los grandes calores; consigue estar más refrigerado desplazándose únicamente sobre las cuatro patas y levantando la cola. De esta forma también es capaz de correr muy rápidamente con gran agilidad, incluso para trepar a los árboles en busca de huevos de pájaros. Esta habilidad lo salva en muchas ocasiones de sus depredadores, de los que huye trepando velozmente por los troncos de los árboles. Además de para huir, también les sirven de refugio, ya que se resguardan en huecos de los troncos. Además los más grandes pueden ocupar antiguas madrigueras de conejos.

Otra estrategia para librarse de convertirse en comida es simplemente soltar la cola en las garras de su cazador gracias a un punto existente entre las vértebras que puede romper rápidamente. Esta automutilación no es peligrosa para el lagarto, que es capaz de hacer crecer otra cola. Para defenderse es capaz de morder con mucha fuerza a sus atacantes a los que no suelta fácilmente.

La foto es de José María Canca Guerra a quien agradezco me permita usarla.

Bibliografía: https://www.faunaiberica.org


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