Opinión

El Arrabal admirado

La primera impresión de Ronda que recibía el viajero cuando subía desde la costa, tras coronar las alturas serranas, era la de un caserío apretujado sobre potentes peñas

Pedro Enrique Santos Buendía reflexiona sobre la situación en la que está actualmente Ronda.

La primera impresión de Ronda que recibía el viajero cuando subía desde la costa, tras coronar las alturas serranas, era la de un caserío apretujado sobre potentes peñas. Delante aparecían dos líneas de murallas, tras una gran extensión de ondulaciones verdeantes, que bordeaban el perdido Arrabal, barrio judío, de tenerías y tejares que acababa en los Baños Árabes y los puentes sobre la boca de la Garganta del Tajo. Sin que se viese El Puente por parte alguna el cuadro ya impresionaba lo suficiente.

Con el desarrollismo esa visión se fue diluyendo en la anodina extensión de la población hacia el Noreste, pero seguía siendo impactante. El olvido de las protecciones paisajísticas que el magnífico PGOU del 75 imponía, la borró definitivamente y una extensión urbana basada únicamente en el interés crematístico de unos pocos, se interpuso ante los ojos viajeros.

Hoy día aún podemos disfrutar esta hermosura tras pasar las dichosas urbanizaciones y, gracias a la no aprobación del último engendro urbanístico dirigido por nefasta mano olvidadiza de la importancia de nuestro Conjunto Histórico, una franja de naturaleza, con el arroyo de Las Culebras en medio, la defiende.

La protección del Barrio y La Ciudad exigen frenar el tráfago motorizado que lo invade todo y desluce sus valores. Pero no podemos dejar a muchos convecinos casi incomunicados ni condenados a moverse obligatoriamente por la circunvalación, prevista para otros tráficos, ni a que sus recorridos sean casi interminables.

Resulta ineludible crear un paso que enlace todo el Levante con cierta comodidad y no muy largo. Lo que se haga debe ser muy discreto y absolutamente respetuoso con el entorno histórico y ambiental del enclave, los coches deben pasar casi desapercibidos. Hay varias opciones, como en casi todo, pero las tintas deben resaltar este aspecto sin convertir en autovía lo que solo necesita ser comunicación, sin escandalosos movimientos de tierra, dimensiones de avenidas ni inversiones espeluznantes.

Llevo proponiendo hace mucho tiempo la alternativa que la pasada semana les presenté, pero como los ediles (casi todos), tienen aversión a la promoción de iniciativas ajenas que no les permiten colgarse la medallita de la idea y se apasionan con las inversiones extraordinarias en las que se gastan presupuestos que darían para varias actuaciones, nunca se ha querido poner en marcha una propuesta tan sencilla y barata. Han preferido cortar El Puente con espurias razones, fastidiando a todo el mundo por puro capricho (prevaricación), y crear primero el problema para tiempo después ver si buscan soluciones.

Esta propuesta es de una sencillez aplastante. Dos caminos de tres metros de anchura, no hacen falta más porque serán de un solo sentido y exclusivos para vehículos ligeros. Solo para pasar, no para estacionar. Discurrirán juntos en el arranque, desde una nueva rotonda a la salida del Barrio que dará servicio también a los caminos que lo bordean al Sur, y en el paso intermedio que permitirá cambiar de sentido y llegar a las instalaciones allí existentes cómodamente. Dos discretos puentecitos superarán los cursos de agua sin alharacas.

El más próximo será el camino ya existente tras la barbacana, donde los coches prácticamente son invisibles. A su lado un paseo situado unos dos metros más alto, sobre el murete de contención actual, se destinará a peatones y ciclistas (que disfrutarán las vistas) y comunicará con los que suben al barrio y unen Espíritu Santo y Puerta de La Cijara, acercándose a los Baños Árabes.

El puente de Las Curtidurías sufrirá un poco más tránsito rodado, pero ha demostrado su fortaleza ante terribles crecidas del río y sería disparatado hacer otro puente, o cualquier otra cosa, en este entorno tan patrimonialmente rico y abigarrado.

El segundo se deslizará, adaptándose a las pendientes y al arroyo en su margen derecha, por la vía pecuaria ya existente que solo necesitará una pavimentación adecuada y un primer puente, llegando hasta el Guadalevín cerca de las pozas donde ha tiempo se bañaban los rondeños. Baños que podrían recuperarse para solaz de los vecinos y visitantes creando un nuevo atractivo. Un segundo puente ligero cruzará el cauce desembocando en los aparcamientos de las instalaciones deportivas de la vieja depuradora y desde allí alcanzará las calles de la Cruz de San Jorge. Con el ahorro de esta propuesta se podría acondicionar el estrecho carril hasta la circunvalación que de allí sale, para completar otra fácil comunicación a los rondeños.

Todos los recorridos pueden ir por suelos públicos con lo que no hay que gastar un duro en compras o expropiaciones o, en la zona próxima a la rotonda, hacer una permuta por los terrenos del carril actual.

Discreto, barato, sin problemas medioambientales ni interferencias con el Conjunto Histórico ni sus monumentos. De rápida, fácil y práctica puesta en uso. Conseguirá resolver un problema que ya se había vuelto crónico y ha provocado crispaciones, enfrentamientos y conflictos totalmente injustificados.

Tal vez tanta modestia y baratura irritarán a nuestros manirrotos ediles y se opondrán a una actuación sensata y lógica. Cosas de esta democracia.


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