Cultura y Sociedad

Se cumplen 60 años del inicio de la Era Espacial

El histórico lanzamiento y puesta en órbita del Sputnik I, primer satélite artificial construido por los seres humanos, marcó el comienzo de la aventura y exploración del espacio

El histórico lanzamiento y puesta en órbita del Sputnik I, primer satélite artificial construido por los seres humanos, marcó el comienzo de la aventura y exploración del espacio.

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, el 22 de octubre de 1999,  la resolución que declara los días del 4 al 10 de octubre de todos los años, como la Semana Mundial del Espacio (SME) siendo una celebración internacional de la contribución de la Ciencia y la Tecnología a la mejora de la calidad de la vida humana. Durante la SME tienen lugar eventos y programas educativos relacionados con el espacio, celebrándose en dos fechas claves en la historia espacial: el 4 de octubre de 1957 (lanzamiento del Sputnik I)  y el 10 de octubre de 1967 que fue la fecha de entrada en vigor del  primer tratado espacial internacional (Tratado del Espacio Exterior) que establece los principios para su uso pacífico. Este año celebramos el sesenta aniversario del comienzo de la Era Espacial.

Sputnik I

En 1957 los científicos de todo el mundo celebraban el Año Internacional de la Geofísica. Para conmemorar la ocasión, los norteamericanos anunciaron a “bombo y platillo” el futuro lanzamiento del primer satélite artificial (Vanguard I) al espacio, pero la antigua Unión Soviética dio la sorpresa y se adelantó.

El Sputnik I fue desarrollado por el equipo de Serguei Korolev, responsable de la actividad espacial soviética, y se lanzó desde el cosmódromo de Baikonur, en la estepa de Kazajstán, por el cohete militar R-7 a las 22h 28m del 4 de octubre de 1957. Aunque inicialmente la fecha del lanzamiento estaba programada para el 6 de octubre, se cambio  por temor a que los norteamericanos se adelantarán.

El Sputnik , que en ruso significa “compañero de viaje”, era una esfera de aluminio muy pulida del tamaño de una pelota de baloncesto y 83,6 kg de peso, de los cuales 51 kg pertenecían al sistema de energía, básicamente unas baterías que alimentaban a dos radiotransmisores que emitían una señal parecida a los  mensajes telegráficos, el célebre “Bip, Bip, Bip”, que pudo ser escuchado por radioaficionados de todo el mundo. Igualmente en su interior portaba equipos para la obtención de datos de las capas altas de la atmósfera y de la propagación de las ondas de radio en la ionosfera.  Del artefacto  salían 4 antenas telescópicas (2 de 2,4 m y 2 de 2,90 m) por medio de las cuales el satélite recibía órdenes de la Tierra y trasmitía los datos que recogía al centro de control.

En el espacio el satélite describía una órbita elíptica alrededor de la Tierra cada 96,5 minutos, que pasaba a 228 km sobre la superficie terrestre en su punto más próximo (perigeo), y a 947 km en su punto más alejado (apogeo). La “sputnikmania” que se desató en la época fue tal que se organizaban fiestas nocturnas para escuchar al ingenio e intentar  observarlo. El 4 de enero de 1958, tres meses después de su lanzamiento, el Sputnik se desintegró tras haber dado 1.367 vueltas alrededor de la Tierra y haber recorrido más de 70 millones de kilómetros.

Aplicaciones cotidianas

La Astronáutica ha aportado innumerables avances en muchos ámbitos de la vida del ser humano que ni siquiera imaginamos. De hecho, en nuestro hogar podemos encontrar una buena cantidad de elementos perfeccionados o inventados por la ciencia espacial, por ejemplo: la taladradora inalámbrica (empleada por primera vez en la Luna),   la mini-aspiradora manual (utilizado en las misiones Apolo), las pilas y acumuladores recargables, la pantalla digital de los aparatos electrodomésticos, el reloj de cuarzo, el teléfono móvil,  la antena parabólica, la pantalla de plasma, el ordenador, los  envases de plásticos, los alimentos deshidratados (sopa de sobre, leche en polvo  o café soluble), el gore-tex de las botas de montaña, camisetas que controlan la transpiración excesiva, zapatillas deportivas con suela amortiguadora, el práctico velcro o el teflón conocido popularmente como la capa  antiadherente que recubre las sartenes de nuestras cocinas y que forma parte de la capa protectora de las naves espaciales por proporcionar una elevada resistencia al calor. Pero quizás uno de los inventos más populares, sobre todo entre las madres y padres, es el “pañal desechable”. Su origen se remonta a los años sesenta y es debido a que hacía falta un material hidrófilo, capaz de absorber líquido en abundancia, para aliviar a los astronautas que pasan largas horas en los paseos espaciales.

La energía solar, la tecnología GPS, el láser, los detectores de humo, aplicaciones en la medicina, meteorología, medio ambiente, educación, deporte, informática, comunicaciones, aviación, alimentación, automovilismo, industria textil,… La tecnología espacial aporta a nuestra vida cotidiana más de 50.000 aplicaciones secundarias.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te pedimos la "MÁXIMA" corrección y respeto en tus opiniones para con los demás

*