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Plantas de la Serranía de Ronda: Ciruelo silvestre (Prunus insititia)

Su principal uso es como patrón de injerto de otros frutales de hueso. Con sus frutos se elaboran mermeladas y licores, pues crudos no son muy agradables al paladar

Imagen de un ciruelo tomada en la Serranía de Ronda, Foto Andrés Rodríguez.

Prunus era el nombre romano del ciruelo y el que se dio después también a las especies de frutos semejantes con un hueso; insititia deriva de insititius, que quiere decir ‘injertado’, aludiendo a que se usa mucho como patrón de injerto.

Es un arbusto muy ramoso que alcanza el porte de un árbol de hasta 6 metros. Puede tener algunas ramas espinosas, pero normalmente es sin espinas. Las hojas son caducas, simples, alternas, más o menos elípticas u obovadas, finamente serradas, de 3-6 cm de largo por 1-4 cm de ancho. Son pelosillas en los nervios y el rabillo, que mide aproximadamente 1 cm y carece de glándulas. Las flores son blancas y nacen solitarias, y el fruto es una pequeña ciruela de 2-3 cm de diámetro y de color verde o violeta, cubierta de una capa que parece polvillo (pruina). Su sabor es áspero, entre ácido y amargo.

Este arbolito suele ser acompañante de los bosques de hoja caduca o persistente, en cuyo caso aparece en zonas frescas y con cierta humedad, asociado a cursos de agua, valles, barrancos o vaguadas. Se da en claros, en los bordes de los bosques. Crece desde los 500 hasta los 1500 m de altitud.

Aunque es originario de la Europa del centro y sur, también se distribuye por todo el norte de África y el suroeste de Asia. Falta en Baleares y en la Península Ibérica se halla muy disperso e hibrida con otras especies del género, pero es más abundante en su mitad septentrional y principalmente en el cuadrante noreste.

Su principal uso es como patrón de injerto de otros frutales de hueso.
Con sus frutos se elaboran mermeladas y licores, pues crudos no son muy agradables al paladar.

Al igual que el pacharán que se elabora con el fruto del endrino (Prunus spinosa L.), del que a veces es difícil distinguir, aunque éste es más arbustivo, se prepara un licor muy semejante dejando las ciruelas en maceración con anís durante unos meses. Es conveniente después sacar los frutos porque con el tiempo amargan la bebida. Se puede aromatizar con granos de café, corteza de canela o cáscara de limón. La aspereza de la ciruela se compensa con el dulzor del anís, que suele ser de baja graduación alcohólica para suavizar su sabor.
El ciruelo silvestre aparece en los catálogos de flora amenazada y protegida de Andalucía.

Bibliografía www.arbolapp.es


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