Cultura y Sociedad

El Museo Joaquín Peinado acoge una exposición de Fausto Velázquez sobre la artista Frida Kahlo

La Fundación Unicaja Ronda ha inaugurado esta muestra coincidiendo con el inicio de la Feria y Fiestas de Pedro Romero

La directora del museo, Emilia Garrido, junto al pinor Fausto Velázquez.

La Fundación Unicaja Ronda ha inaugurado hoy en el Museo Unicaja Joaquín Peinado del municipio rondeño la exposición ‘Frida Kahlo: la vida como obra de arte’, que reúne las últimas creaciones del pintor Fausto Velázquez (La Algaba, Sevilla, 1950) con la célebre artista mexicana como protagonista.

La muestra ‘Frida Kahlo: la vida como obra de arte’ se mantendrá abierta al público en la sala de exposiciones temporales del Museo Unicaja Joaquín Peinado de Ronda desde hoy y hasta el próximo 30 de noviembre, de lunes a viernes, de 10,00 a 17,00 horas, y los sábados, de 10,00 a 15,00 horas. Los domingos y festivos el centro permanecerá cerrado.

La organización de esta muestra, que ya fue expuesta del 12 de mayo al 26 de junio en la Sala Apeadero del Ayuntamiento de Sevilla, se enmarca en el interés de la Fundación Unicaja Ronda por la difusión cultural y de expresiones artísticas de calidad y por acercar la cultura y las artes plásticas al gran público. ‘Frida Kahlo: la vida como obra de arte’ reúne las últimas creaciones del galerista, artista y coleccionista sevillano Fausto Velázquez con la creadora mexicana como punto central de interés. Exhibe su maestría a través de retratos de la célebre pintora en los que la reinterpreta y donde refleja la pasión que siente por su rostro icónico y por su azarosa y dramática vida.

Un retrato de la creadora mexicana realizado en 1939 por el fotógrafo Nicholas Murray, que fuera su amante, fue el determinante para que Velázquez se embarcara en este proyecto. Para el artista sevillano, “Frida Kahlo no era guapa, pero tenía un gran atractivo; era hija de alemán y mexicana descendiente de española… Me interesa sobre todo como personaje, por lo que significó para la liberación de la mujer; fue una mujer libre, tuvo amantes de ambos sexos y, aunque amó a su marido (el pintor Diego Rivera), nunca fue una esclava de ese amor”.

En varios de los retratos Velázquez ha plasmado a Kahlo ataviada con un mantón de Manila diseñado por los sevillanos Victorio y Lucchino, amigos y vecinos del pintor. Para hacer estas obras fotografió a una conocida vistiendo esta prenda y simultaneó esa imagen con el retrato del rostro de la mexicana elaborado por Murray.

Fausto Velázquez es uno de los más singulares y relevantes autores del panorama plástico andaluz. Sevillano de La Algaba, ha demostrado, a lo largo de más de 30 años vinculado al mundo de las artes, la docencia y la gestión cultural, su total devoción por el insondable y caleidoscópico universo de la creación.

Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, inició su andadura en el ámbito teatral como director del Teatro Algabeño, a la vez que daba forma a sus primeros grabados en compañía de amigos como Francisco Cortijo, Félix de Cárdenas o Paco Reina. De forma casi paralela inició su faceta docente como profesor de dibujo en varios centros andaluces.

En 1976 se inició en la edición de obra gráfica y fundó el taller de grabado que dio origen a la Galería de Arte Fausto Velázquez, cuya actividad perduró hasta mediados de los años 90. Tras su cierre, regresó a la pintura. Maestro del retrato, íntimo y eficaz, basa buena parte de su obra en la fidelidad y rotunda corrección de un dibujo nítido, de claros perfiles y poderosa robustez.

‘Las zapatillas de Emilio Muñoz’: homenaje al mundo del toro

Coincidiendo con la Feria y Fiestas de Pedro Romero de Ronda y como complemento a la exposición de Frida Kahlo, hasta el 30 de noviembre también se mostrarán, como obras invitadas en el Museo Unicaja Joaquín Peinado, un total de seis piezas del propio Fausto Velázquez pertenecientes a su serie denominada ‘Las zapatillas de Emilio Muñoz’, realizada a lo largo de 2000 y que es un homenaje al mundo del toro.

Tres óleos sobre madera y tres pares de zapatillas en bronce creadas en relación con el homenaje que Velázquez pretendía hacer a un cuadro de Vincent van Gogh protagonizado por unas botas llenas de barro. Una exaltación de la belleza mostrada donde nadie es capaz de verla, que el pintor sevillano trasladó, adoptando una óptica taurina, a las zapatillas de los diestros.

 

 


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