Opinión

Bravuconadas con coleta (José Juan Morales)

A estas alturas parece poco menos que milagroso que se vaya a producir un acuerdo que permita la formación de Gobierno y por tanto se atisban elecciones en el horizonte. Don Luis, ese cincuentón huraño de orígenes inciertos, proclive al humanismo, pero con trazas de déspota, toma asiento en Casa Juan. Allí ya le espera Julián para el que los días parecen una condena inevitable en la que la única distracción es variar la posición de los sellos que estampa en una nueva marea de cartas del banco para el que trabaja.

La última imagen estos días ha sido la de Pablo Iglesias Turrión, el de la coleta, haciendo una crítica burlesca de un periodista del diario El Mundo, rodeado de decenas de palmeros en su universidad, la Complutense. Para ello se apoyó en que el lugar de dichas declaraciones era un entorno académico y no una rueda de prensa.

​—Quizá sea una excusa rancia o manida, pero siguiendo la lógica argumental de Pablo Iglesias, también se le podría decir que la universidad no es un mitin político, que él ya no es un profesor, sino el líder de uno de los principales partidos del país — dice don Luis.

El hombre mayor no suele ocultar su escepticismo hacia el movimiento Podemos, pese a que siempre prefiere tener una actitud reflexiva. Julián es otra cosa. En su momento se aficionó al 15M, aunque como muchos otros después, se desenganchó. Al fin y al cabo trabaja para los bancos, que sería algo así como el sumun de la casta.
—Pero que los medios se ofendan o hagan muestras de apoyo ahora, no hace sino reforzar el mensaje de Iglesias y de los movimientos menos ortodoxos de que hay un paradigma mediático alineado con lo que ellos llaman los poderes fácticos y que defienden más sus intereses que la independencia informativa —refuta Julián.

—De hecho no se descarta que tenga su parte de razón en eso —comparte don Luis—, pero por muy profesor que haya sido, debería saber que al igual que cuando dice “la gente” no es toda la gente, ni siquiera la mayoría, cuando dice la universidad, no es lo que él entienda por universidad, porque si se abre el espacio a la política en la universidad, ¿por qué no habría de abrirse a los periodistas?


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