Opinión

El ataque como defensa (Manuel García)

Hay muchos versados en diversas materias sueltos que se atribuyen derechos que las leyes no les permiten. La semana pasada he podido presenciar diversos tropiezos entre la autoridad e ilegales que hacen la función de guías oficiales, al solicitarle la correspondiente acreditación, lo primero que se esgrime es la cara de sorpresa, confusión y extrañeza por algo que hasta la fecha no sido habitual, se alega en muchos casos de españoles en particular, la experiencia y otras habilidades como títulos universitarios o/y además el conocimiento de algún idioma. Para ser guía de ingleses, alemanes u otros, por ejemplo, no basta con conocer esos idiomas, es condición necesaria pero no suficiente. No es este artículo el lugar para hablar de las aptitudes del cargo, para trabajar en esto solo se exige estar acreditado y no lucir capacidades que se tengan.

Contesto por aludido a algunos intrusos que esgrimen como defensa un ataque a los guías oficiales y a la normativa que regula esta profesión, se quejan que la ley nos les permita a ellos hacer funciones que otros hacen. No voy a versar mi currículum como hacen muchos ilegales, pero sí traer al papel aprovechando estas líneas, el principio de identidad como guía filosófica promulgada por Parménides en contra del continuo cambio afirmado por Heráclito. Una cosa no puede ser igual a otra y esta otra ser distinta a la primera. Un ataque, según dice el refrán y la máxima militar, es la mejor defensa y por lo dicho igualmente una defensa es un ataque. Un alegato que hace apología de unos decoros como defensa implica claramente una reprobación de los posibles méritos del contrario.

Sé que un profesor de Instituto o Universidad, un traductor de cualquier idioma o un guía acompañante, por ejemplo, tienen cada uno de ellos idoneidades que tiene un guía oficial, pero no por ello lo son y les jode un montón que no pueden ejercer como tales. Son todas las que tiene, pero no tienen todas las que son.

Es muy difícil salirse de los criterios del grupo al que se pertenece a la hora de hacer cualquier razonamiento, el algoritmo biológico y matemático por el que se rigen los grupos ideológicos establecen reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permiten realizar actividades mediante pasos sucesivos que no generen dudas a la hora de actuar. El método deductivo en el razonamiento nos lleva de lo general a lo particular, de lo complejo a lo simple, ser profesor con independencia del grado académico que se tenga, significa aparte de otras cosas, mirar bajo un prisma determinado y por eso no hay que enfadarse.

El distinto baremo a la hora de valorar las acciones humanas produce desequilibrios, no solamente a nivel personal, sino a nivel territorial, donde personas que comparten cultura vivencias y entorno, tienen distintos códigos a la hora de valorar los actos y la moral, distinta manera de ver lo que está bien y lo que está mal aplicando o incurriendo con ello en una ética distinta que nos lleva a un desafuero. El tema se complica en el caso de los gremios donde es muy difícil que todo el mundo salga bien parado porque de puertas afuera dodo el mundo es amigo y de puertas adentro ya no hay tanta amistad, tu compañero puede ser tu enemigo. El contrario de mi enemigo soy yo y no el amigo como semánticamente podría suponerse.

No todo se arregla con leyes y policías, quizás el tiempo vaya poniendo las cosas en su sitio porque los problemas no pueden ser solucionados en el mismo nivel de pensamiento en el que fueron generados.


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