Opinión

La Genética en la Política (Manuel García)

Se suele prodigar en muchos medios y no con poca frecuencia, artículos que machacan sobre un tema de hechos consumados y consumidos en el que ni las victimas ni los verdugos existen, son los referidos a la memoria histórica cuyo texto se tiñe de matices complejos, profundos y eternos que no nos llevan a sitio alguno sino al rencor. Viene a mi cabeza la metonimia como figura literaria que renombra las cosas, es como un cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nombre de otra sirviéndose de alguna relación cuantitativa y semántica entre ellas.

n este caso es nombrar al todo con el nombre de una parte como podría ser también a la inversa, sencillamente es utilizar el nombre de Franquistas, por ejemplo, para nombrar a todos los que no somos de los suyos y aunque Franco ya hace 40 años que murió, lo tienen vivo por su pura conveniencia. Me explico: en los humanos, la sabiduría toma sus referencias de lo que se denomina la memoria, la cual nos permite retener experiencias pasadas y cuya suma llamada recuerdos conforman el aprendizaje, dos conceptos difíciles de separar.

Hay personas, muchísimas, en las que el recuerdo en la forma que lo tienen almacenado se activa gracias al reforzamiento de ciertos genes y sus ganas de revancha y venganza, no los deja vivir queriendo volver al pasado para hacer justicia. Habrá que recordar que todo lo pasado es historia y todo lo histórico está en la memoria y no solo una parte a conveniencia. Para tener claro en qué torneo y pugna estamos habrá solo que remontarnos al 1936, año de comienzo de la guerra civil, con lo que cualquier joven que tuviera entonces 20 años, ahora tendría 100 solo en el remoto caso que aún viviera; o sea que nadie que lea estos artículos habrá vivido esa guerra y esos fusilamientos.

Hay muchos ingratos y vengadores que hurgan en esta memoria a tan largo plazo esgrimiendo con ello armas de doble filo porque lo vivido, ha de haberse experimentado con suficiente intensidad y frecuencia como para que no se borre de nuestro recuerdo, y forme parte así de nuestro aprendizaje insertándose en los esquemas de lo que consideramos bueno o malo y se tome en cuenta como útil para vivir el resto de nuestras vidas. El problema de muchos políticos, de todos en particular es que no han vivido nada de lo que abanderan y solo esgrimen consignas con aires de venganza y piensan que hablar es decir no, no y no.

Muchos se jactan de que sus abuelos estuvieron en la cárcel durante el franquismo, como si los demás fuéramos responsables subsidiarios y ellos los elegido para hacer justicia y traer la paz, la justicia y el bienestar a España.

El papel que juega el recuerdo o la memoria como concepto en la selección natural es de vital importancia para la supervivencia (Darwin), aunque también supone un problema cuando el medio cambia y al individuo no le da tiempo de adaptarse porque la memoria a largo plazo sólo rescata recuerdos que ya no son actuales, por lo que la edad, el envejecimiento y el desgaste neuronal suponen un hándicap en la readaptación del individuo en cuestión. La inserción de los nuevos datos en dicha memoria se ve dificultada; se dilatan así los tiempos de respuesta y se pone en grave peligro la supervivencia en el medio cambiante en el que vivimos. ¡Qué difícil es no caer cuando todo cae!, decía Machado.

Hay muchos, muchísimos, que no han sentido ni vivido un pasado del que hablan y solo rescatan de su memoria datos que como carga genética tienen heredada sus antepasados, que tampoco están en muchos casos, impidiendo que sus cabezas permitan a los muertos descansar en paz y que los vivos convivan en concordia. No se puede condenar a un banquillo donde no hay nadie sentado; recuperar la memoria por motivos de conveniencia es un error. ¿Qué sentido tendría traer ahora a la memoria la represión que ejerció el bando republicano durante la guerra, popularmente conocido como el terror rojo? Memorizar es revivir la historia, y entraríamos en una guerra psicológica, paso previo a otra nueva de armas.


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