La realidad de nuestra ciudad debe hacernos reflexionar a todos, a unos que tienen responsabilidades políticas más que a otros, porque parece que en Ronda vamos sobrados de todo y no nos interesa que nadie venga a invertir en nuestro particular paraíso.
Que las inversiones no cuajen porque no cumplan las normas, porque no se vea clara la financiación de las mismas, por fallos de los promotores, porque intenten burlar de alguna manera la legalidad vigente, es algo por lo que nuestros políticos tienen que velar y nada se les puede reprochar en ese sentido, es más se debe aplaudir esos comportamientos.
Que no lo hagan porque no se les quiera escuchar, por ir más allá de lo que piden las normas o sobre todo porque no sea otro partido político el que se apunte el acierto de tal y cual inversión, es algo incalificable y que habla poco y mal de nuestros representantes que se llenan la boca hablando de un por todos elogiado ‘interés general’. Al final prima más que no realicen las obras otros, que no salgan adelante si no es el grupo político al que representamos el que lo hace.
Así son las cosas y así nos va en una ciudad y en una serranía que languidece poco a poco, pese al tremendo potencial que tiene y que las discusiones políticas parecen haberse empeñado en no dejar progresar.
Lean las páginas tres y cuatro de este número de La Voz y comprenderán mucho mejor lo que les quiero decir.
