Opinión

Memoria / 01.11.2015 (Francisco Pimentel)

El domingo 1 de noviembre cuando estábamos en el homenaje floral mi cabeza ardía de recuerdos, nombres y datos y mi corazón latía fuerte por los sentimientos acumulados: los de toda la vida más los intensamente vividos en los dos últimos años para la recuperación de nuestros antepasados y la defensa de su dignidad frente al intento de profanación por parte de algunos que intentaban utilizar la memoria histórica para sus fines personales o para destruir las últimas pruebas de los asesinatos en masa que cometió el franquismo.

Este año además de contar con la extraordinaria música del violín de Olga Sollogoub, que es rusa y cuyo abuelo murió junto con los republicanos españoles luchando contra Hitler, también tuvimos la maravillosa voz de María del Mar Luque, que es médico del hospital. Las dos empezaron el homenaje con el “Aleluya” de Leonard Cohen que provocó silencio y emoción en cerca del centenar de familiares y otros ciudadanos que allí estábamos, entre ellos José Luis Ruiz Espejo, Álvaro Alcaide, Teresa Valdenebro, Ani Rosillo, Miguel Cerón…

María José Sánchez declamó la poesía “El Muro” de Antonio Heredia, tan bella como desgarradora, que sigue impactando tanto que me piden el envío del texto por los medios electrónicos que tenemos. A continuación yo mismo en nombre de la junta directiva hice un recuento de los acontecimientos del último año desde el anterior homenaje y un recuerdo del manifiesto que publicamos y cuya vigencia es intemporal por estar basado en las exigencias de verdad, justicia y reparación: “…que las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que defendieron nuestros familiares, hombres y mujeres de la República, revivan y nosotros sus descendientes, ciudadanos que nos enfrentamos a los mismos recortes de libertad y bienestar, proclamamos que no estamos dispuestos a que sus restos sean profanados por una mal entendida y equivocada política de… recuperación de la memoria histórica que sin justificación alguna, han cambiado en llamar memoria democrática… Por eso volvemos a manifestar que no queremos que nadie haga política ni negocio con nuestros muertos, y que las fosas no deben tocarse hasta que se haga un proyecto total de exhumaciones que sea aprobado por nosotros los familiares que contemple: 1º convocar a todos los familiares – 2º búsqueda en todos los archivos las informaciones – 3º cripta para guardar restos y hacer pruebas – 4º dirección y control por un comité compuesto por Junta de Andalucía, Ayuntamiento, Asociación, Servicio Arqueológico Municipal y administración judicial de gastos y pagos – 5º Divulgar la verdad de lo sucedido y anulación de los juicios militares – 6º Construir un monumento-cripta que siga guardando la memoria histórica de lo sucedido y donde se depositen los restos de nuestros valerosos ciudadanos con los honores que merecen.

De Holanda nos había llegado un paquetito con velas enviado por nuestra amiga la artista Jehanne van Woerkom que se ha convertido en la cronista y divulgadora de la memoria histórica en Europa a través de sus pinturas, libros, escritos y comunicaciones. También un pequeño y precioso escrito que leyó la niña Alexandra. A continuación Olga y María del Mar nos emocionaron con el himno de Andalucía que fue coreado por todos los presentes. Alberto Orozco nos leyó la poesía de Marisa Peña que hace unos días Hilda Farfante había recitado en el programa de Wyoming: “Mientras me quede voz, hablaré de los muertos, tan quietos, tan callados, tan molestos. Mientras me quede voz hablaré de sus sueños, de todas las traiciones, de todos los silencios, de los huesos sin nombre esperando el regreso, de su entrega absoluta de su dolor de invierno. Mientras me quede voz no han de callar mis muertos.”

A continuación nos habló José Luis Ruiz Espejo para decirnos que había venido para honrar y respetar a nuestros antepasados que lucharon por la libertad, la legalidad y la democracia y que la asociación de familiares de Ronda teníamos todo su apoyo por ser nosotros los que habíamos conseguido conservar la memoria.

Terminó el acto con nuestro querido himno de Riego mientras sobre las fosas el aire hacía ondear la bandera de la República. El mal tiempo evitó que muchos familiares mayores y gente de la serranía no pudieran venir, pero los que nos habíamos congregado estuvimos hasta el final haciendo la ofrenda floral y encendiendo velas, que el viento y el agua apagaban casi inmediatamente, pero que encenderemos todos los días para que alumbren el recuerdo de nuestros mártires republicanos.


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