Opinión

La visita de los enemigos (Nacho Garay)

Cada vez que un alto cargo de la Junta de Andalucía o de la dirección del partido socialista provincial o regional, llega a nuestra ciudad, le pegan, me imagino que sin querer, una bofetada a las aspiraciones de alcaldía de Teresa Valdenebro.

El caso más llamativo en los últimos días ha sido sin duda las declaraciones de Luciano Alonso (que debía creerse Fernando Alonso) cuando declaraba que había tardado menos de un hora del aeropuerto de Málaga a nuestra ciudad.

A parte de las imprudencias cometidas contra el código de circulación, de las que debería tomar buena nota la dirección General de Tráfico, es materialmente imposible con las limitaciones de velocidad existentes tardar ese tiempo en dicho trayecto, Luciano Alonso le hace un flaco favor al funcionario que ejerce como su conductor, que de ser ciertas las manifestaciones del super-consejero, vería peligrar su puesto de trabajo.

Luciano Alonso es un superviviente de la convulsa política socialista en Málaga, al que conozco personalmente desde hace años y con el que mantengo una más que cordial relación, pero los aires de la Serranía no parecen sentarle muy bien últimamente y la promesa de la segunda piscina cubierta de hace cuatro años y convertir los caminos de cabras que tenemos como carreteras en autopistas del siglo XXII sólo puede obedecer a dos cosas.

O venía mareado por las curvas o los políticos en campaña se ponen una venda en los ojos o se acuerdan de la vieja canción infantil que decía aquello de “vamos a contar mentiras”.

Lo peor es que algún candidato socialista haya apoyado las palabras de Alonso y que por tanto, el PSOE de Ronda de por hecho que tenemos buenas comunicaciones y que el arreglo de las mismas va para largo.

Pues nada, que sigan así que bien les va.


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