Opinión

La caída del elefante blanco (Jose Juan Morales)

Poco más de las seis de la tarde eran del 23 de febrero de 1981 cuando el teniente coronel Tejero entraba en el Congreso de los Diputados pistola en mano. En televisión y radio los españoles pudieron ver como un señor de bigote frondoso cortaba su bienestar democrático de sopetón aquel día mientras Manuel Núñez Encabo emitía su voto desfavorable a la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo.

Más de 30 años después sabemos lo que los españoles supieron de ese día. Lo interesante está en saber lo que no supimos y quizás jamás sabremos. Aquel señor de bigote solo era la cabeza ejecutora de una locura minuciosamente preparada por el difunto teniente general Milans del Bosch y el general Armada, fallecido esta semana.

Aquel día ambos dijeron hablar en nombre del Rey. Aquel día uno sacó los tanques a la calle y otro no estuvo lejos de ser Presidente del Gobierno por la fuerza. Aquel día hubo mucho descuelgue telefónico mientras los españoles escuchaban marchas militares en Radio Nacional de España.

¿El CESID (hoy CNI) y la CIA estaban al tanto? A muchos investigadores les cuesta pensar lo contrario. Mucho se ha hablado durante estos años del papel que jugaron las agencias española y norteamericana de inteligencia esa tarde de febrero. ¿Se hicieron los locos? ¿Les convenía? ¿Se perpetró el golpe con su anuencia? Todas estas preguntas están ya bajo tierra. Ahora seguramente saldrá algún iluminado aprovechando el 40 aniversario del golpe que afirmará que tiene las claves del mismo, ya que ninguno de los principales impulsores está para decirle que no.

Solo queda Tejero. Pero casi todos coinciden en que fue un títere. Tejero tomó el Congreso engañado. Harto de ver como ETA mataba a sus compañeros al teniente coronel le pudo la ambición, la ira y una mentalidad ya por aquel entonces desfasada. Cumplió órdenes y lo hizo casi al pie de la letra. Se hizo con el poder legislativo del país y esperó. ¿A quién esperaba Tejero? La mayoría de investigadores afirma que era al general Armada. El elefante blanco era Armada.

El papel del Rey aquel día fue decisivo. También hay quien piensa que si el Rey sigue en Zarzuela es porque su actuación aquel día fue ejemplar a ojos de la opinión pública. Luego está lo que no supimos y ahora con certeza podemos afirmar que jamás sabremos.

El elefante blanco ha caído. Una paradoja que el hombre que podía haber amenazado la supremacía real tuviera ese nombre en clave. Armada después de su papel en el golpe fue a prisión y posteriormente se retiró a Galicia a cultivar camelias. Los militares de aquella época solo se debían al honor y al secreto de quienes les hicieron jurar que aquello no saldría de las conversaciones previas al golpe. Tanto Armada como Milans han muerto y han cumplido. Nada se sabe. Nada se supo. Nada se sabrá.


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