Entrevistas

Antonio López, funcionario jubilado del Ayuntamiento: «Trinidad Aragón fue la más sorprendida con su cese»

Antonio López en nuestra redacción.

Nuestro entrevistado dice sentirse un  privilegiado en la vida, pese a tener la desgracia de quedarse huérfano de padre a los dos años. A los catorce comenzó a trabajar en paqueterías Rincón y en 1977 inició su etapa de funcionario que ahora  ha culminado.

Llega a la cita cinco minutos antes de la hora, con  esa sonrisa que le acompaña siempre y ciertas prisas porque se tiene que ir a cuidar un rato a sus nietos y luego dar su paseo diario con su inseparable Roque Blanco.

Entró usted al Ayuntamiento en plenas vísperas de las primeras elecciones democráticas, cuando aún tenía su sede en la Plaza de España.
Sí, tuve la suerte de haber estado en aquel Ayuntamiento durante unos dos años, hasta que en abril o mayo de 1979 nos trasladamos a la sede actual con Francisco Muñoz Lobato como alcalde.

A lo largo de estos años también ha conocido a muchos alcaldes, especialmente en esos primeros años, en los que fueron muchos los que pasaron por el Consistorio.
Los recuerdo a todos, y además con mucho cariño. Cuando entré estaba Francisco de la Rosa Moreno, y en esos dos primeros años hubo bastante movimiento. Pasaron Manuel Diz Costa, Julio Girón Montañés, José González Cañestro y finalmente Francisco Muñoz, que fue cuando nos trasladamos al nuevo Ayuntamiento, antes de que Juan Harillo se convirtiera en el primer alcalde democrático.

¿Cómo vivió ese cambio de sede?
Igual que mucha gente, pensábamos que el sitio no era malo y que el edificio era muy bonito, pero que estaba un poco apartado en aquel tiempo. Así que todo el mundo se preguntaba por qué no se hacía un Ayuntamiento nuevo en el mismo lugar, en pleno centro de Ronda y junto al Puente Nuevo. Pero hay que reconocer que el cambio fue bueno, porque el viejo edificio estaba en muy malas condiciones.

Con aquellos primeros alcaldes coincidió muy poco tiempo.
Es cierto, pero eran otros tiempos, y entonces no había tantos medios como ahora. Teníamos que hacer todos los papeles a máquina y llevarlos donde cada concejal trabajaba para que los firmaran, porque entonces no tenían dedicación exclusiva, así que aunque coincidí con ellos poco tiempo, había mucho contacto. Por eso les tengo mucho cariño. Por eso y porque los inicios siempre se viven las cosas de otra manera.

¿Vivieron la transición con más ilusión o incertidumbre?
Bueno, hay que tener en cuenta que todos conocíamos a los que se iban a presentar. Por ejemplo, Juan Harillo ya había estado antes de concejal. Pero sí que teníamos dudas sobre como iba a funcionar todo. Además veníamos de una época en la que la situación económica era difícil, y a veces se cobraba tarde, así que no sabíamos qué iba a pasar con una nueva

“Yo me siento un  privilegiado,  pero lo que ganan los funcionarios es porque lo trabajan”

corporación, y que además había surgido en unas elecciones. De hecho algunos llegaron queriéndose comer el mundo, aunque luego se dieron cuenta de que no éramos tan malos, y al revés. Todos estábamos en el mismo barco, tanto los que estábamos como los que llegaba. Y todo funcionó bien, la situación económica se fue arreglando y empezamos a tener buenas sensaciones con los políticos.

¿Le hace más la pelota el político al funcionario o el funcionario al político?
El funcionario que quiera le puede hacer la pelota al político, desde luego. Pero al final estamos todos juntos, y unos sin otros no hacemos nada. Porque los políticos toman las decisiones pero los que las ejecutan son los funcionarios. Así que sin nos lleváramos mal, el Ayuntamiento no funcionaría. Pero no creo que haya mucho peloteo. Lo que sí ocurre es que los políticos pueden intentar dividir a los funcionarios. Y eso se puede conseguir solo si las dos partes quieren.

Es decir, que estaban condenados a entenderse.
Por supuesto. Siempre se habla mucho de los funcionarios: que si tenemos un trabajo fijo, que si ganamos un capital… Pero hay de todo, desde los que ganamos poquito hasta los que ganan más. Y los políticos intentan hacer las cosas como ellos quieren, pero luego se tienen que valer de nosotros. Yo me siento un privilegiado, no me puedo quejar, y no solo por todo eso que dice la gente, sino también por otras muchas cosas. Así que me gustaría que todo el mundo entendiera que lo que ganamos es porque nos lo trabajamos.

En cambio ahora después de tantas elecciones seguro que lo ven como algo normal.
Claro, es que son ya muchas elecciones. Pero siempre hay expectativas. No tanto por ver quien gana, sino porque luego vienen los pactos y todo eso. Y siempre se hacen quinielas, y a veces se acierta y a veces no.

¿Se han sorprendido mucha veces con los resultados?
No mucho, normalmente las quinielas se acercan bastante a lo que luego ocurre. Y a veces las hemos acertado de pleno.

En estos 36 años ha tenido que notificar muchas cosas, entre ellas muchos ceses de concejales. La mayoría ya sabrían lo que les esperaba, pero imagino que otros no.
Hubo sorprendidos sí. Y otros que tenían la mosca detrás de la oreja e incluso me decían que me esperaban antes. Pero es cierto que he notificado muchos ceses, aunque últimamente menos. Hay de todo: caras de incredulidad, los que preguntan si he visitado a algún otro concejal… Son muchas anécdotas.

¿Alguno que se lo tomara especialmente mal?
Me llamó mucho la atención el caso de Trinidad Aragón, la que fue concejal del GIL, cuando la destituyeron como teniente de alcalde. Se puso muy seria, no se lo esperaba.

¿Y alguno le ha pedido alguna vez que no le diera la notificación, para hacerse el loco?
No, pero sí que me han preguntado si se la podía entregar a otra hora, o al día siguiente, porque algunos eran a unas horas muy intempestivas.

¿Reaccionó alguien mal contra usted?
Para nada, todo el mundo entiende que nosotros somos simples mensajeros. Han podido verse sorprendidos, pero nunca han reaccionado mal conmigo, porque gracias a Dios siempre me he llevado bien con todos.

Imagino que también habrá llevado buenas noticias.
Con los políticos las buenas noticias casi siempre eran ya sabidas. Lo que sí he tenido han sido muchas experiencias con los ciudadanos, al ir a sus viviendas. Por ejemplo, alguien que esté esperando un contrato, sobre todo en estos tiempos. Pero el caso que más recuerdo no fue precisamente una buena experiencia. Fue de cuando todos los llamamientos para el servicio militar partían desde el Ayuntamiento. Un día llevaba una notificación de quintas,

“En la transición teníamos dudas de como podrían seguir funcionando las cosas”

llegué a la vivienda, llamé a la puerta y salió una señora vestida de negro. Pregunté por el nombre que llevaba la notificación y entonces la mujer empezó a llorar y casi se desmayó. Y luego me contó que era su hijo, y que había muerto en un accidente en la cooperativa de muebles, donde hoy está el Palacio de Congresos de Santo Domingo. Lo pasé fatal, la verdad, y además yo todavía llevaba poco tiempo en el Ayuntamiento.

¿Ha tenido una relación especialmente estrecha con algún alcalde?
Me he llevado muy bien con todos. Pero especialmente con Juan Fraile, Juan Benítez, e Isa Aguilera. Luego, con Toti tuve una relación normal, ni mejor ni peor. Sigo manteniendo mucha amistad con muchos de ellos, y también con muchos concejales. Y ahora con Mari Paz, muy bien también.

¿Y con Manuel García Rubio, Julián de Zulueta y José Herrera, que no me los ha nombrado?
Porque con los nervios se me han olvidado, con José Herrera la relación era buena entonces y sigue siendo magnífica hoy en día. Ya lo conocía de mucho antes porque coincidimos mucho. Yo trabajaba cerca de su casa, luego él también se hizo funcionario, además jugaba al fútbol cuando yo llevaba los equipos… Y ahora también ha sido mi abogado para el tema de la jubilación. Y en cuanto a Julián de Zulueta y Manuel García Rubio, eran unas personas más de despacho con las que tuve menos contacto pero tampoco tuve ningún problema y también guardo un buen recuerdo de ellos.

Es usted una persona muy activa, y siempre ha organizado y participado en muchas iniciativas. ¿Seguirá siendo así después de su jubilación?

Lo intentaré. Siempre procuro colaborar en lo que pueda y espero seguir así hasta que la salud y la edad me lo permitan. Sobre todo siempre me ha gustado colaborar en cosas del Barrio. Yo nací allí y toda mi familia es de allí. Y además, todo lo que se hace allí repercute también en el resto de Ronda. He sido miembro de la Asociación de Vecinos desde que se formó, he estado de monaguillo en la iglesia y en la junta parroquial, en la hermandad… He intentado ayudar a lo demás en lo que he podido, o al menos devolver parte de lo que yo he podido recibir.

Y ahora además es hermano mayor del Santo Entierro, pero ha podido serlo mucho antes. ¿Estaba esperando el momento de su retiro?
Yo he tenido todos los cargos posibles dentro de la hermandad. Desde vicehermano mayor para abajo. Mucha gente me preguntaba siempre que por qué no me presentaba, pero yo creía que había otras personas que podían hacerlo mejor que yo. Y además creo que podía hacer más cosas incluso sin ser hermano mayor. Así ha sido más positivo tanto para la

“Los políticos toman las decisiones pero al final las tenemos que ejecutar los funcionarios”

hermandad como para mí. Pero ya ha llegado un momento en el que me tocaba, y encima ha coincidido con el momento de la jubilación. Lo he pensado antes muchas veces, pero al final siempre pensaba que era mejor seguir trabajando así. Aunque es verdad que cuando veía las fotografías de los hermanos mayores, y sobre todo la de Salvador, con lo que yo y toda la hermandad le debemos… Porque con él siempre he tenido una relación de hermanos.

¿Algún proyecto que tenga en mente?
Tenemos dos o tres proyectos importantes, y en parte por eso me he querido presentar para el cargo. Sobre todo queremos terminar la casa hermandad. Nosotros queríamos que tuviera dos vidrieras al lado de la puerta y una campanita arriba, para que se parezca más a una iglesia. Pero por circunstancias no se ha podido hacer todavía. Luego también tenemos pendiente la cesión del solar que está detrás de la casa hermandad, que va bien encaminada y estamos esperando a que pase definitivamente por pleno. Es algo importante, porque queremos crear un taller de bordado, algo que también honraría la memoria de Salvador, porque él nos bordaba casi todo. Creo que sería tanto para nuestra hermandad como para las demás, y también para muchos jóvenes de Ronda, que podrían tener una salida laboral. Así que la idea es ir por fases, poco a poco. Queremos construir dos plantas: una diáfana, que sería para el taller, y otra para que iremos proyectando para ver qué uso se le da.

¿Qué día recuerda especialmente en el Ayuntamiento?
Os lo voy a contar, pero aviso que os voy a poner mal a ustedes. Un día llegué al Ayuntamiento y en cuanto entré me di cuenta de lo que iba a ocurrir. Y algunos periodistas estaban en la puerta y ni se enteraron. Fue un día complicado, con ceses y demás. Son cosas que se aprenden con el tiempo, solo necesité ver un movimiento para saber lo que pasaba. Porque yo no tengo estudios, pero sí he estudiado mucho en la vida. Desde muy pequeño he trabajado y he ido aprendiendo todo lo que tenía que aprender.

¿Un mensaje que quiera mandar a todos los rondeños?
Les diría que en los tiempos que vivimos confíen tanto en los que están mandando como en los de la oposición y en los que puedan venir. Porque los políticos son los que nos tienen que sacar de esta, siempre que sepamos hacerles ver nuestras necesidades. Y para eso solo hace falta no quedarse callado y salir a pedir nuestros derechos. Pero hacerlo bien, no hay que formar ningún jaleo. Porque Ronda es una ciudad muy importante, y si todos nos unimos para sacarla adelante, seguro que entre todos lo conseguimos y en estos momentos tan complicados es cuando debemos estar más unidos que nunca por el bien de nuestra ciudad y por el futuro  que se merece  Ronda y los rondeños.


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