Opinión

Rondando la leyenda (Antonio Sánchez Martín)

Eso mismo rezaba hace años aquel enorme cartel que antes de llegar a Ronda daba la bienvenida al visitante desde la margen derecha de la carretera de San Pedro, la misma por donde se espera que llegue buena parte de la jet-set que todos los años peregrina desde las playas marbellíes para dejarse ver por nuestra ya mítica y legendaria corrida Goyesca. Tan legendaria, como las promesas electorales, -incumplidas por supuesto-, de arreglar de una vez por todas la susodicha carretera. Hubo quien, como Juan Fraile y sus colegas de partido, tuvieron el arte de torear a los votantes (-cosa que no debe de extrañar en la ciudad “Cuna del Toreo”-) y prometieron hasta una autovía de peaje de la que algún medio informativo, afín al régimen, incluso llegó a publicar en portada un boceto de su puente atirantado… que ya es echarle imaginación a la cosa.

O sea, mucho me temo que un año más el principal atractivo de la cita taurina rondeña no estará en el ruedo, sino en el “ruido” de los tendidos… en los de sombra, claro, porque los de sol suelen ofrecer pocas caras conocidas, si acaso la de algún bandarra de la telebasura venido a menos por culpa de la crisis. Así que, para ver trajes de Roberto Verino y bolsos de Louis Vuitton habrá que irse a los tendidos cercanos al palco de autoridades, junto a la aristocracia y a la crème de la crème política, la misma que sin caérsele la cara de vergüenza antes de llegar a Ronda habrá pasado junto a las paralizadas obras del nuevo hospital y de los nuevos accesos a la ciudad, presos ya del matorral que crían las obras echadas en el olvido.

Tal vez fuera buena idea volver a colocar aquel memorable cartel de chapa desde el que Pedro Romero antaño saludaba al visitante minutos antes de que se abriera ante sus ojos la espectacular imagen de esta maravillosa ciudad encumbrada en el paisaje, y colocar más adelante otro para recordarle a los políticos que las obras de la circunvalación llevan ya más de dos años en barbecho, y otro más que les pregunte para cuándo el hospital… Hasta viniendo de Campillos sería oportuno recordarles a nuestros ilustres visitantes que se encuentran “rondando la leyenda”… la inimaginable leyenda de una ciudad que en pleno siglo XXI sigue sumida en el olvido de las administraciones, sin el AVE prometido y a más de cien kilómetros de la autovía más cercana.

Alcaldesa. Yo sé que Vd. no es rencorosa, pero tiene la obligación de ser justa; así que no le sirva mucho vino ni le ponga jamón del bueno a los prebostes de la Junta que acudan de gorra a la Goyesca, -que luego lo pagamos a escote los rondeños y las cosas no están para muchos lujos-, pero sobre todo porque pueden pensar que si maltratándonos así encima les mimamos, para qué coño nos van a arreglar nada. Además, tal como están las cosas tampoco estaría de más pedirle a tan ilustres visitantes que se trajera cada uno lo que antaño llamaban “el certificado de penales”, porque entre tanto ERE y tanto Bárcenas, puede que se cuele algún “gurtélido”… que haberlos, haylos. Luego, (-Dios no lo quiera-), las fotos son muy traicioneras y resulta que sin quererlo ni beberlo acaba Vd. fotografiada junto algún rufián al que tres meses después procesan por malversación y cohecho… y lo mismo una foto así le arruina su carrera política… la suya de usted, me refiero.

No se extrañe tampoco si el respetable, entre toro y toro, saca los pañuelos a flamear y silba al palco. Os será fácil de entender que la gente, -como decía Chamizo-, está hasta el gorro de tanto político incapaz, de tanto chorizo y de tanta desvergüenza, y no pierde la ocasión de darle tres avisos y una sonora pitada a la denostada casta política. Gajes del oficio… aplausos y silbidos van con el sueldo, y es que ese ganado últimamente deja mucho que desear.

Y un último consejo, si me lo permite: Que digo yo que como sus señorías tendrán que desaguar el finito de la feria en los mingitorios de la plaza, nada más eficaz que colocarles (-con permiso de la Maestranza-) un escueto cartelito sobre el urinario para golpearles la conciencia durante ese medio minuto en que el baranda de turno tiene fija la mirada en la pared y les recuerde a tan ilustres varones las deudas pendientes con esta ciudad de leyenda. Hasta detrás de las puertas de los servicios de señoras colocaría yo los susodichos cartelitos (-por si entra una ministra-) ya que ofrecen una magnífica oportunidad para recordarles a tan distinguidas damas que Ronda existe más allá del día de la Goyesca…


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