Opinión

Tonterías, las justas (Antonio Sánchez Martín)

¡Jesús, qué cruz! Con la que está cayendo y encima tenemos que aguantar las tonterías que dicen a diario nuestros políticos sin ni siquiera sonrojarse. Lo que más me duele es que buena parte de esos políticos sean andaluces, porque llevo años intentando combatir el eterno sambenito del “atraso” de Andalucía y luego sale un ministro andaluz en la tele, abre la bocaza, te suelta cuatro pamplinas que avergüenzan a media España, y vuelta a empezar…

¿Y por qué casi siempre son políticos andaluces los que dicen las mayores tonterías? ¿Por estadística? ¿Porque Andalucía es la Comunidad Autónoma que tiene más ministros en el gobierno actual: Miguel Arias Cañete, jerezano de adopción, Fátima Báñez y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Tres eran tres, y ninguno era bueno, -que dice el refrán-, porque cada vez que alguno de ellos abre la boca sube el pan.

Y si no, que me digan a mí si no es una tontería como la copa de un pino que salga el Ministro de Agricultura diciendo que hay que ducharse con agua fría para ahorrar. Ya me imagino a las familias a las ocho de la mañana, todos en fila y en porretas, toalla en mano, diciendo aquello de “pasa tú primero que tienes más prisa”, para que no te caiga a ti ese inevitable chorro de agua fría desde que abres el grifo hasta que sale la caliente. Y no te digo nada si la ducha dura más de dos minutos… el mismo Cañete es capaz de presentarse en tu baño y cortarte la llave de paso del agua caliente.

Le faltó decir al lúcido ministro que si los matrimonios y parejas de hecho (-de distinto sexo-, claro) se ducharan a la vez, además de ahorrar agua posiblemente también se lograría aumentar la tasa de natalidad (que en España anda por los suelos), y con ello el número de futuros contribuyentes, que al paso que vamos tendrán que mantener cada uno a cuatro pensionistas. Eso es visión de futuro, Miguel, ¡olé tus güevos!

A la pamplina de Cañete se le unió, casi a la par, la de la Ministra de Empleo, la onubense Fátima Báñez, quien en sede parlamentaria se felicitó de la ágil “movilidad exterior” que ofrece Europa a los jóvenes españoles para buscar trabajo. Lo que pasa es que la ministra Báñez sabe que “emigrar” es una palabra maldita que implica un “fracaso político”, sobre todo cuando se trata de jóvenes en los que el país ha invertido miles de euros en su formación. Ni siquiera toda la culpa es suya, pero su intento por eludir la palabra “emigración” se convierte en un reconocimiento de culpabilidad por sentirse incapaz de ofrecer soluciones alternativas.

El fenómeno, -como digo-, no es nuevo; y si no que se lo digan a Manolo Escobar, que se hizo rico llevando con su voz el recuerdo emocionado de España a los miles de españoles desperdigados por media Europa! Sólo que en los años sesenta, -cuando la aldea era menos global y la movilidad tan lenta como eran entonces los trenes de la RENFE-, esos trenes salían repletos de “emigrantes” con poca o nula cualificación profesional que se marchaban a la vendimia francesa o a trabajar en las fábricas alemanas; pero lo de ahora es más grave, porque los que se marchan son jóvenes licenciados, muchos de ellos con brillantes currículos, que amenazan el progreso científico y cultural de España.

Pero eso no es nada comparado con la “amnistía fiscal” de Cristóbal Montoro, (-que aunque pueda parecerlo por su apellido, no es cordobés sino jienense-), quien pretendía recaudar cuarenta mil millones de euros, recaudó poco más de mil, y encima presume de que la medida ha sido un “éxito”. A mí este ministro, cuando sale en la tele, me recuerda enteramente a un “gremlis”. No lo puedo evitar, sólo que los gremlis tienen más gracia que los chascarrillos insulsos con los que Montoro pretende hacer reír a la concurrencia, que a estas alturas de la crisis está ya pa pocos chistes.

Y qué decir de la insuperable memez de aquella otra ministra andaluza, tan mona ella… ¿cómo se llamaba, que no me acuerdo? ¡Ah, sí!: Bibiana Aído, otra gaditana de pro, que en sus excesos de feminismo y por su denodada lucha por la diferenciación sexista acuñó la celebérrima expresión de “miembra”. ¡Ya casi ni me acordaba de aquella excelsa prócer (-¿o debo de decir “proceresa”-?) de la patria a la tan poco la debemos! Y no digamos nada de su actual jefe de partido, Alfredo Pérez Rubalcaba, que quiere acabar con la crisis por el simple hecho de quitar de la circulación los billetes de quinientos euros. Si es que los hay que no son más tontos porque no se entrenan… pero al menos éste no es andaluz.

Suma y sigue, y si no quieres caldo, toma tres tazas, -que diría mi abuela-, quien, por cierto, hablando de caldos toda su vida los hizo con su correspondiente hueso de caña y espinazo, y no como recomendara años más tarde otra andaluza: Celia Villalobos, aquella Ministra de Sanidad que en su febril lucha contra la enfermedad de las vacas locas le declaró la guerra al hueso de caña y lo tachó de “sanitariamente no recomendable”. Al final, media España se lo tomó a cachondeo, y la exministra malagueña quedó para la historia como la “maruja del caldo puchero”.

Es increíble que se concentre tanta tontería entre la “aristocracia política” de mi querida Andalucía. Pero, a pesar de tanto gilipollas, Andalucía es mucho más que ese tópico de atraso, de flamenco y castañuelas, de la que sólo se aprovecha el sol y sus playas. Si hay que buscar culpables de ese “atraso” social e industrial no somos los andaluces los únicos responsables, sino la miserable ruindad de los gobiernos que siempre vieron en el pueblo andaluz un pueblo pobre al que someter fácilmente con cuatro subsidios y no invirtieron un duro para el progreso de esta tierra.

Precisamente los chicos que se ven obligados a emigrar en busca de trabajo, -muchos de ellos andaluces-, son un buen ejemplo de que Andalucía es tierra de esfuerzo y sacrificio, -lo ha sido y lo será siempre-, porque aquí las cosas siempre fueron más difíciles que de Madrid p’arriba, y prueba de ello es que su titulación y sus currículos son el mejor pasaporte para encontrar trabajo en tierra extraña. Unos currículums que seguramente serán mejores y estarán a años luz de distancia de los, por lo general, “ridículums vitae” de muchos cargos públicos, que a pesar de sus tonterías viven a tutiplén a costa de la política; es decir, de nuestros bolsillos… Y con seis millones de parados en la calle.


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