Opinión

Hasta el rabo todo es toro (Nacho Garay)

La alegría desbordante que desde algunos sectores ecologistas de nuestra ciudad se ha mostrado tras la sentencia que anula el plan parcial del proyecto de “Los Merinos” debería ser al menos un poco más comedida. Ya que la citada sentencia podría ser un golpe mortal no al proyecto urbanístico, con el que se puede estar o no en desacuerdo, sino contra las depauperadas arcas municipales rondeñas que de verse obligadas a devolver el dinero pagado por los promotores (14,2 millones de euros) se encontrarían en absoluta bancarrota, con lo que ello supondría para todos, incluidos los propios ecologistas, ciudadanos rondeños.

Por tanto alegrarse del mal ajeno, como indisimuladamente han hecho algunos líderes ecologistas de nuestra ciudad tras conocer el fallo que da la razón al Ayuntamiento de la Cueva. El recurso presentado por ellos fue desestimado y se puede volver contra el propio movimiento ecologista, ya que muchos ciudadanos verán en ellos a los que han impedido que salga adelante un proyecto que generó grandes expectativas en nuestra ciudad y que justo cuando se aprobaba el plan parcial, ahora anulado por la sentencia, recibió el apoyo masivo de la población en una manifestación en la que participaron más de 5.000 personas (un mes antes apenas 400 habían salido a la calle para protestar contra la construcción del proyecto).

Por tanto la victoria jurídica momentánea (en justicia hasta el rabo todo es toro), que tanto ha alegrado a algunos sectores, se puede volver tristeza en el futuro si pierden parte del ya de por sí escaso apoyo popular con el que ahora cuentan.

En todo caso y en honor a la verdad es justo decir que los proyectos que se emprendan en nuestra ciudad deberían ser estudiados más detenidamente antes de iniciarse y no llegar a situaciones como la actual que pone en serio peligro la mayor inversión que se iba a realizar en Ronda.


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