Opinión

Sanfermines a escote (Antonio Sánchez Martín)

Primeros de julio de 2012. Quinto año de la “suave desaceleración” y tercero de los “brotes verdes”. ¡Toma ya! Que los Sanfermines son una fiesta mundialmente conocida, no lo discute nadie. Que cuando concluyan, en Pamplona y en toda la comunidad foral quedarán cientos de millones de euros de beneficios por turismo y demás economía indirecta que genera tan masiva afluencia de visitantes, tampoco lo duda nadie. Bienvenidos sean, porque esta crisis pertinaz pega más cornadas que los astados que corren sueltos por las céntricas calles pamplonicas a tan tempranas horas de la mañana.

Pero viendo por televisión tanto arrojo y valentía, lo que me pregunto es quién paga las facturas del viril atrevimiento de ponerse delante de 6 toros, 6, -miuras incluidos-. Entiéndanme: Heridas por asta de toro, golpes, caídas, roturas de brazos, etc. Probablemente su Ayuntamiento correrá con los gastos del masivo despliegue de la policía local y de protección civil. Pero ¿y el resto de fuerzas de seguridad del estado, y los traslados en ambulancia de los heridos, quién los paga? ¿Y quién paga sus gastos de hospitalización? Mucho me temo que al final todo se acaba pagando con dinero público; o sea, que serán los de siempre, -los sufridos contribuyentes-, los que con sus impuestos pagarán “a escote” el despliegue de las fuerzas de seguridad y los gastos sanitarios que provoca tanta hombría.

Ahora que son tiempos de recortes y de concienciación del gasto público por parte de munícipes y demás especies de gobernantes, no sería mala idea exigir a los corredores que acudieran a los encierros con una póliza que cubra los gastos médicos que pueda generar su atrevimiento, so pena pagar la factura de su propio bolsillo. Porque ahora que se nos cobran las recetas, se niegan las prestaciones sanitarias a los inmigrantes sin papeles (atentando casi contra los derechos humanos), o se persigue el denominado “turismo sanitario” (-esto último me parece bien-); no estaría de más, -digo-, que quien quiera arriesgar su vida delante de un miura o de un “torrestrella”, lo haga por su cuenta y riesgo y con cargo a su cartera, y no con cargo al gasto público.

Porque es normal que se socorra a un herido en accidente laboral o de tráfico, e incluso que se le dé una pensión vitalicia si queda incapacitado para el trabajo; pero tengo serias dudas de que a un “chicarrón del norte” -que a veces se presenta en el encierro con dos copas de más-, tengamos que pagarle entre todos la pensión si, -Dios no lo quiera-, un toro se lo lleva por delante, o por una mala caída y un golpe en la cabeza se queda paralítico de por vida. Porque -como digo-, correr los Sanfermines no forma parte de la vida diaria, ni es un riesgo inevitable que nadie tenga que afrontar obligatoriamente ¡Ya somos mayorcitos y suficientemente responsables para saber los líos en que se mete cada cual!

Y otros que tal andan son los catalanes, -tan proclives a ver la paja en el ojo ajeno ignorando la viga que tienen en el suyo-, porque tampoco parecen mansos los “correbous” (toros embolados) a los que ellos colocan antorchas encendidas en los cuernos y los sueltan por sus calles. Así que aplíquense el cuento señores, y como dicen ustedes en los bares a la hora de pagar, pregunten -¿Lo mío, cuánto es?-, porque de pagar “a escote” las consecuencias de sus “tradiciones”, nada de nada. Aquí que cada uno se pague sus gustos y que apechugue con su inconsciencia; empezando por ustedes.


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