Opinión

Ronda potencia sus vinos (Pepe Becerra Gómez)

“Si bien la penicilina cura a los hombres, el vino los hace felices”. Lo dijo nada menos que el Alexander Fleming, al que le debemos el descubrimiento de ese antibiótico que revolucionó la medicina moderna, rescatando a millones de personas de enfermedades que hasta la mitad del pasado siglo eran incurables. El bacteriólogo de Gran Bretaña debía de saber lo que decía. Pero casi al mismo tiempo el pensador español José Ortega y Gasset nos dejaba su opinión sobre este néctar de dioses: “El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza”.

Por estas razones una infinidad de ellas vertidas por gente ilustre es natural que dispensemos al vino el valor que se merece y que en todas las regiones se afanen por conseguir el mejor y que sea escanciado por el mayor número de catadores. Es lo que viene haciendo los cosechadores de uva y bodegueros de Ronda. Las empresas vitivinícolas han aparecido como hongos, tratando de revivir una tradición cosechadora que hunde sus raíces en siglos atrás.

Pero importaba reunir en un lugar para hablar, desentrañar y difundir la cultura del vino. Ese espacio es el que se va a construir de manera inmediata si hacemos casos al Ayuntamiento y a la Consejería de Agricultura y Pesca que se han puesto mano a la obra para levantar el Centro de Interpretación del Vino en la que participan a medias ambas entidades.

El futuro visitante de este centro que nace con los plácemes de bodegueros y rondeños en general que saben de la exquisitez de los vinos que se crían en la tierra, se encontrará con tres grandes salas en las que no será raro que el aroma de los vinos les acaricie el olfato antes de que las papilas gustativas disfruten de su sabor.

En el primer espacio, para el que se ha buscado la diafanidad adrede acogerá exhaustiva información sobre el camino que recorren los caldos desde la viña hasta las barricas en donde reposarán hasta que alcancen el punto álgido de su fermentación. Otra sala colindante dividida en tres aulas se destinará a fines didácticos y de investigación: curiosos, amantes del vino y enólogos se pondrán al día sobre las técnicas de elaboración y conservación, algo que exige saber y maestría. Por último, y quizás la que puede que origine mayor atención será el espacio la destinada a la cata. Un lugar para las libaciones de los caldos que tan fecunda tradición tiene en Ronda y la comarca, donde siempre pensaron que “ con el pan y el vino se anda el camino”.


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