Opinión

Revuelto de obras y patrias (Ángel Azabal)

Ocurre que el gobernante de talla sabe que esto de la política es puro trámite. Y son esas seguridades las que hacen que en vez de iniciar obras a tutiplén, se vea abocado a ultimar las mil ocurrencias que los anteriores le dejaron en herencia y a medias. En el caso de Ronda no fueron pocas. Tal vez haya llegado el momento de elaborar un catálogo completo con las invenciones de los últimos años, a ver si así se le cae la cara de vergüenza a los que se pulieron nuestros impuestos en obras tan sesudas como las que hoy mentamos.

Al renombrado Centro del Mueble Rondeño (¿cuánto nos costó la broma?) por fin le han encontrado uso como baluarte de la Escuela de Hostelería, esa de la que algunos no querían ni oír hablar, pero que tan buenos frutos está dando gracias al interés del alumnado y a la pericia con que se dirige. Así, sí; así no queda otra que aplaudir y pregonar que una cosa es prometer y otra muy distinta dar trigo.

El nunca suficientemente llorado Observatorio Astronómico (obstáculo inmenso cual cabeza de mulo blanco) tampoco podrá cumplir su cometido y deberá dedicarse a otros menesteres menos estelares. Yo propongo, a cara de perro, que se eche abajo directamente semejante mamotreto visual, caprichillo de una noche de verano del baranda anterior. Pero como esto de las demoliciones no queda bien, sobre todo cuando hablamos de un búnker costeado con el dinero del común de los vecinos, me conformo y reconozco el acierto de quienes ahora gobiernan al disponer que una parte se dedique a rinconcillo galáctico donde los escolares puedan documentarse sobre el Big Bang, los agujeros negros, la estrellas y los cometas, pues resulta imposible la contemplación real de los cielos por aquello de que el masca (y los corifeos que tanto jaleaban) ni pidió consejo —o lo recabó de quien no debía— ni previó que la contaminación lumínica y la ubicación no eran las idóneas. La otra parte de las dos ubres gemelas se entregará a la asociación de amantes de la Astronomía, que no está mal. Sin embargo, como no reparen las penurias de las humedades, los recalos y las mil goteras, creo que no van a ganar para reumas, moqueros y resfriados. En fin, al refranero: lo del pan y las tortas.

Bien está lo que bien acaba. Bien está que alguien se moleste en recuperar lo que otros abandonaron… Y no se enfaden, porque ¿qué otra cosa sino desidia es dejar sin uso ni previsión dos edificios que costaron la pasta que nos llevó a la ruina? Dejamos la cosa. Saludamos el pragmatismo de la tropa peperoandalucista y nos vamos, que hay que hablar de Gibraltar y de rotondas por terminar, ay.

Los accesos a la ciudad podrían haberse planificado desde la moderación del gobernante prudente, ya sabes: inicio, fin de obra, pago de cementos y alquitranes, banda, foto binaca, banderita y ceremonia inaugural… Y así, piano, piano, hasta ultimar las tres que andan en danza. Hubiera sido lo sensato. Pero no; había que empezar las tres al mismo tiempo para dejarlas como se observan, más que a medias, en plan afgano. O sea, que van la alcaldesa y el grupo de Obras del PA a las ventanillas de Málaga, preguntan y les sueltan que se acabó el dinero y que las vamos a tener así hasta que Adonai o la Merkel manden un maná. ¿Y eso, no tiene semejante despropósito algún tipo de pena, condena o siquiera sea dos siglos de purgatorio? Después, el día 26 de marzo, se preguntarán cómo llegó Arenas a káiser de la Junta.

[Lo del Peñón tiene poco que ver, pero como uno es artillero de la vieja escuela y leo que doña Soraya reclama en plan NODO a la Gran Bretaña un Gibraltar español, pues me peta hacer algunos comentarios que no tardarán en ser tildados nada patrióticos, ya ve usted, a mí, que serví en la Artillería de las Españas, ya digo, y tengo diploma que acredita mis ansias patrias.

Guste o no, el trapo de la Union Jack ondea en GIB desde hace casi trescientos años, tiempo sobrado para que no haya llanito que no desee seguir volando a Londres en la British por lo que cuesta un billete en los Amarillos de Ronda a Málaga. Déjenlo estar, no mosqueen a los nietos de Wellington, que como escarben lo mismo los portugueses nos reclaman Olivenza… y la perdemos. Además, ¿conocen algún pegujal inglés donde se hable andaluz más correcto? Gibraltar es de los llanitos igual que los cinco millones y medio de parados son nuestros. Todos nuestros. Lo demás es jugar al teto.]


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