Opinión

Ronda museística (José Becerra Gómez)

No es huérfana la ciudad de Ronda de museos. Por suerte existen varios y todos cargados de historias y vicisitudes hasta que abrieron sus puertas, con gran aceptación por parte del público tanto rondeño como foráneo. Callejeando sin prisas por la “Ciudad Soñada”( Rilker dixit) siempre dispondremos de un rato para visitar el Museo Municipal de Ronda, enclavado en la parte antigua de la población en un viejo edificio que fuera casa solariega de la nobleza local (los Villasierra y los Valenzuela, entre otros ilustres linajes) y hoy Palacio de Mondragón.

El Museo Municipal en la exposición de elementos arqueológicos que le dan razón de ser nos sumerge en un mundo prehistórico que nos muestra modos de vida atávicos pero que de alguna forma heredaron las civilizaciones desarrolladas posteriores en el perímetro que ocupa el término de Ronda.

Así en la Sala de las Comunidades Cazadoras y Recolectoras nos muestran aspectos de lo que debió ser la vida de los humanoides y desde luego de la mayoría de los primates que por aquí deambularon y buscaron cobijos en las cuevas que son abundantes en el territorio, entre las que destacan las de la Pileta y el Gato en Benaoján. La existencia nómada y el hábitat de los primeros pobladores de la zona que encontraron en las grutas defensas del acoso de las fieras nos muestran detalles en el recinto museístico.

Tienen su lugar en el complejo las sociedades agrarias y las que abordaron y dieron pie a las del Metal y la Metalurgia, como así las plenamente humanas y culturalmente consolidadas como la romana y la árabe y que cimentaron el pleno asentamiento en el lugar como especifican los asentamientos rurales, villas (donde dejaron muestras del quehacer urbanístico, así como de sus dotes para la arquitectura y la ingeniería de puentes y acueductos), poblados y palacetes, enterramientos y cuanto destacó como motivo particular de su afán de trascendencia, religiosidad, rituales y modus vivendi.

Pero hay más museos. Como el de Lara, que abre sus puertas en una antigua casona de los Condes de la Conquista de las Islas Batanes que hunde sus cimientos en el siglo XVIII. Lo asombroso de lo que aquí se expone va desde lo heterogéneo armas, relojes, arqueología local, instrumentos musicales, documentos escritos…) a la cantidad de lo expuesto: más de 5.000 piezas de regusto antiguo que harán las delicias de los amantes del pasado lejano o más próximo, todo envuelto en el encanto que deja la pátina de los años.

Los amantes del arte pictórico tienen su lugar en el Museo Joaquín Peinado, dedicado por su Ronda natal a la obra y memoria del pintor y que recoge en el noble palacio de Moztezuma una brillante colección de óleos y dibujos que abarca más de 190 trabajos en los que incluyen realizaciones gráficas que responden al empeño investigador del autor a lo largo de su vida.

La poesía y la añoranza de un autor preclaro tiene su rincón en el Museo de Rilque, una recreación de la habitación – la 208- que el poeta alemán ocupó en el hotel Reina Victoria de Ronda durante su estancia en Ronda – año 1913- buscando en los sanos aires serranos alivio para la afección pulmonar que hacía mella en su naturaleza física. Libros, fotografías y fotocopias y cartas hablan de las vivencias del escritor y de su predilección por la ciudad.

Pero si hay un museo rondeño que suscite la curiosidad de los visitantes es el del Bandolero. La figura de este personaje, entre la realidad y el mito, es consustancial con la comarca rondeña. El espacio recoge documentos, fotografías, sucesos y biografías de estos personajes célebres por sus fechorías. José María el Tempranillo, Tragabuches, Flores Arocha, Pasos Largos… tienen aquí su lugar así como el reflejo de los tiempos en los que vivieron y anduvieron por estos parajes hasta ser apresados o muertos por la Guardia Civil en algunos de los picachos inaccesibles de la Serranía de Ronda.

Y no podía faltar, en una comarca que siempre hizo gala de sus viñedos y la tradicional pisada de la uva para elaborar los más exquisitos caldos, el Museo del Vino. Paso a paso la muestra señala los pasos de la elaboración del vino rondeño hasta que sube a las mesas de los más empingorotados gourmets, los cuales vienen dando cuenta de su calidad, exquisito paladar y textura.


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