Opinión

Azul, que te quiero azul (José Becerra Gómez)

Parangonando los versos de Lorca que exaltaban el color verde, los habitantes de Júzcar sin echar mano a la lírica ni a la composición poética, esgrimen un deseo igualmente encumbrado: han decidido por mayoría absoluta que las casas del pueblo sigan luciendo el azul fúlgido exigido por la productora de `Los pitufos 3 D´ para los planos exteriores imprescindibles en la película. Contados juzcareños se han echado atrás, reivindicando el blanco impoluto que de siempre lució en las fachadas del pueblo, como por otra parte, ha venido ocurriendo en la mayor parte del caserío de los pueblos andaluces.

Pero la “pela es la pela” que dicen los catalanes intransigentes y aquí se ha comprobado que el azul llovido del cielo está proporcionando trabajo y dividendos al pueblo. Es más, hay quien afirma que el pequeño pueblo perdido en las estribaciones de la Serranía de Ronda se ha dado a conocer al mundo entero, un privilegio del que no pueden presumir las pequeñas poblaciones de su entorno. El alcalde, David Fernández, orgulloso, esgrima las excelencias del turismo sostenible del que ahora se benefician todos y la vecindad se muestra encantada del maná que llovido del cielo se está derramando sobre ellos merced a las múltiples visitas que se están generando desde allende los límites del municipio.

¿Y dónde se sitúa el Júzcar, ahora tocado por el talismán de la diosa Fortuna? En el alto Genial, no muy lejos de la sierra del Oreganal, de la que sobresale, enhiesto y altanero por sus 1.400 metros de altura, el pico Jarastepar, eterno vigía de un paisaje muy variado, que llega hasta los castañares de Sierra Bermeja. Pinos y encinares lo flanquean, amén de olivos sempiternos, entre los que se esponja a 140 kilómetros de Málaga y tan solo a 22 de Ronda. La acusada pendiente del terreno en la que está emplazado obliga a las casas a estar separadas por considerables desniveles, lo que obliga a que algunas calles recurrieran a los peldaños.

Sobre los tejados de irregular trazado, coronados por caballetes pintados con cal (¿habrá llegado hasta esto ellos el azul que campea en las fachadas?) destacan las grandes chimeneas con humeros que imprimen personalidad rasgos propios a la arquitectura de la zona y que aquí resultan extremadamente vistoso.

¿Ha renunciado Júzcar a su pasado histórico, posiblemente anterior a la época árabe, y que desde la conquista cristiana y la unificación de los diversos asentamientos dispersos se aglutinaron en el lugar actual? Desde entonces el empleo de la cal fue generalizado pero ahora ha sido desplazada. Y es que se ha dictaminado que el pueblo siga los derroteros de los nuevos tiempos si eso le da de comer. Azul, que te quiero azul, hasta que la fiebre dure.


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