Opinión

Alcalde, me debe un café y una disculpa (Nacho Garay)

Antonio Marín Lara pasará a la historia política de nuestra ciudad dentro de catorce días. Su continuidad como concejal de la oposición es más que dudosa y en todo caso tiene fecha de caducidad. Y lo hará sin duda como el primer edil que ha suscitado más enfrentamientos entre los rondeños y el que peor ha utilizado la multitud de recursos que la ciudad ha recibido de las distintas administraciones durante sus más de seis años de mandato.

Marín Lara comenzó con la simpatía de muchos ciudadanos hartos de un gobierno socialista que se había mantenido al frente de la Corporación de una u otra manera desde la recuperación de la democracia, y aprovechando esos rescoldos que quedaban del “Gilismo” -Jesús Gil ha sido sin duda el modelo en el que siempre se ha querido ver reflejado-, Marín llegaba a la alcaldía y conseguía despertar una cierta ilusión que se reflejaba en la victoria electoral de su partido, el PA, en las elecciones de 2007.

A partir de ahí Marín Lara se convierte en lo que al final lo ha llevado al desastre, un mandatario que sólo creía en su persona, y que pensaba que los rondeños lo habían elegido por su dotes de gobernante y no por los defectos que otros políticos pusieron de manifiesto en su paso por la alcaldía.

Eso le llevó a la ruptura del pacto con el PP -la excusa del PGOU y los presupuestos no le valen porque tres años después no ha hecho ni una cosa ni otra- y a firmar con el PSOE un acuerdo de gobierno cuyo único objetivo era hacerse con el poder dentro del PSOE. De esa ambición vinieron los primeros enfrentamientos con Francisco Cañestro, que se dio cuenta pronto que había aceptado en su partido a un hombre con una ambición ilimitada, que quería ocupar su puesto de secretario general, paso previo a la gran traición que Marín tenía en su cabeza que era decapitar al PA y proponerse ante la cúpula socialista como el autor material de una integración andalucista en el PSOE  a nivel regional que no se ha producido. Además, en Ronda la operación ha tenido un efecto boomerang que ha dejado a Marín compuesto y sin alcaldía.

Todo ello lo aderezó con un intento de control obsesivo de los medios de comunicación, para tratar de hacer llegar al ciudadano la voz única del Líder con mayúsculas que el se había inventado despreciando e intentando asfixiar a todos los que opinaban contra su persona, vinieran de donde vinieran. Ana Fuentes, Isabel Barriga, Isabel Aguilera, Maribel Morales, Juan Fraile… Una espiral demencial en busca de un control absoluto que le ha servido de poco a la hora de enfrentarse a la decisión inapelable de los ciudadanos.

A todo ello ha sumado unas descalificaciones intolerables contra todos los que opinaban contra él -entre los que el día de reflexión incluyó a un concejal del PP y a mí humilde persona- y un cruce de apuestas sobre la mayoría absoluta que iba a sacar, que ahora dejan en evidencia al funesto personaje que dejará de ser alcalde de Ronda el próximo día 11 para alegría de todos.

Con lo que debe el Ayuntamiento presidido por Marín sonará a broma, pero a mí se me debe el café de la apuesta y una disculpa por las acusaciones personales y quiero cobrar ambas deudas.


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