Opinión

Tranquimazín (Lucás Gavilán)

Dicen por ahí que el Whisky Dyc 8 años, el Catisar, el Chivas y los buenos vinitos de la tierra, inesperada y sorpresivamente, gustan cada día menos a algunos de nuestros políticos y cargos de confianza. Ambrosías etílicas que, a medida que se aproxime el fatídico y esclarecedor 22 del corriente, irán siendo sustituidas, paulatina, gradual e insoslayablemente por Tranquimazín, o algún que otro opiáceo, cuyas propiedades soporíferas y sedantes ayuden a mitigar esa subliminal ansiedad derivada  del inquietante pronóstico de ese último sondeo electoral que, a trasmano ya, nos llegó hace unos días, y que no vaticinaba un claro vencedor en las urnas, sino una especie de empate a tres bandas. En medio de este guirigay y de tanto desconcierto, el Tranquimazín se perfila como el amigo ideal e inseparable ante ese futuro desolador e incierto que emerge de las encuestas. Sin ir más lejos y a toro pasado, esa encuesta de la que hablo encumbraba al PA sobre una inesperada cúspide conformada por la friolera cifra de 5 concejales. Ante esta gélida realidad, estoy seguro que más de uno sin Tranquimazín no se atreve a salir de casa, ya que dicho ansiolítico, sicoanalíticamente hablando, representa en estos momentos la suprema evasión totalitaria de una nueva realidad que amenaza un confortable status que devenido de las urnas, y que esas misma urnas que se sitúan a tan sólo unos días, puede destruir y echar por tierra. Por todo ello, el Tranquimazín, portador de dulce sopor, serenidad sicotrópica y consuelo pasajero, es mucho más aconsejable que cualquier bebida alcohólica.

Dicen también por ahí, que hay puertas que es mejor no abrir, porque una vez abiertas, luego quizás sea imposible cerrarlas. Y el abandono del PA por parte de Marín Lara y su concejales, junto con la de un nutrido grupo de afiliados, en esa especie de diáspora que los alejó del redil blanquiverde en busca de la tierra prometida donde habita el puño y la rosa, sin lugar a dudas dejó abierta una puerta tras la cual los que atrás quedaron desvalijados y casi desvencijados, necesitan de alguna manera resarcirse del oprobio esgrimiendo la necesaria revancha política.

La reestructuración y reagrupamiento de la masa electoral fiel al PA, de mano de Daniel Harillo y Isa Barriga, cual Ave Fenix, y su posterior buen pronostico en las encuestas, nos indica a todas luces que el PA no estaba muerto, sino mal enterrado. Y el que está mal enterrado, si cuenta con ilusión y dignidad suficiente, puede volver a levantarse de nuevo, que es lo que ha ocurrido en este caso.

Si las urnas confirman los cinco concejales que esta última encuesta pronostica en favor del PA, al mismo tiempo verificarían algo más: que la marcha del Sr. Marín Lara hacia El Dorado socialista no sirvió de nada. Y en una extraña carambola del destino podríamos asistir a un ayuntamiento gobernado por una coalición PA-PP, que enviaría directamente a Marín Lara a la oposición. Un gran fiasco y un enorme fracaso político que, posiblemente, debilitaría su carrera política, al tiempo que, confirmaría el descrédito sufrido por los socialistas, que muchos vaticinaron cuando comenzó a hablarse de la posible marcha del Sr. alcalde al Soe.

Cierto es que en esta vida hay puertas que es mejor no abrir. Mientras tanto, el nuevo barman puede que sea algún conocido siquiatra que, receta en mano, con toda seguridad, chopitos de Tranquimazín prescribirá, a todo aquel que, balbuciente y tembloroso ante un futuro incierto y descorazonador, por Santa Barbara se deje caer.


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