Opinión

Mayordomas de la Virgen de Benaoján (Pepe Becerra Gómez)

Benaoján, uno  de los cincos pueblos que conforman el territorio del valle del Guadiaro, destaca en sus fiestas por la institución ancestral de las mayordomas. Se venera  a la Virgen  del Rosario, durante una celebración que ocupa varios días, siempre en torno al día 7 de octubre, fecha de esta advocación mariana, que goza de amplia resonancia en toda la comarca de Ronda.

Que se sepa,  estamos ante una  tradición que hunde sus raíces  el siglo XVII. De entonces data la construcción de  la iglesia, edificio más notable del casco urbano, formado éste  por calles blancas, estrechas y empinadas a la vez que ramificadas como las venas en el cuerpo. Y sin renunciar a su sabor moruno patente en arquerías en calles frescas y encaladas. No se sabe a ciencia cierta si las mayordomas de la Virgen se nombraban en aquellas lejanas fechas, pero desde luego si está documentado que se hacía desde la reforma del templo en el XVIII, y sobre todo, a raíz de su reconstrucción, después de ser pasto de las llamas en 1936.

Las mayordomas del alto Guadiaro, encargadas de la continuidad de los festejos, son, como manda la tradición, cuatro: dos casadas y dos solteras. Se nombran unas  a otras, o sea, que se pasan el testigo anualmente para que en ningún momento se quiebre el hilo conductor de unas fiestas que por sí solas hablan del apego de las respectivas poblaciones al mantenimiento de un evento entre religioso y profano que las distingue entre otras de provincia. La diferencia radica en que recae en las mayordomas todo el peso de la organización de las fiestas y el ayuntamiento, aunque preste su colaboración, se inhibe de ellas.

Las mayordomas, muchas veces mediante un trabajo ímprobo y no pocas veces descuidando sus ocupaciones domésticas e, incluso laborales tienen la obligación de recolectar los medios económicos suficientes para el sostenimiento de los tres días de fiestas. Organizan sorteos, piden de puerta en puerta, contratan los puestos de feriantes y las bandas de música; una labor que se ejercita durante todo el año, pero que intensifica a medida que las fechas de las celebraciones se aproximan.

Llegado el día señalado cobran su recompensa. Esta no es otra que ocupar un lugar de honor en la iglesia el día de la misa mayor en honor de la Patrona y presidir asimismo la procesión posterior con la imagen por las principales calles del pueblo. El atuendo: traje de fiesta, mantilla española y peineta. Durante el recorrido lloverán los piropos, cosa que obtendrá las más amplias sonrisas como reflejo de su satisfacción.

Bailes en la plaza del Ayuntamiento, actuaciones artísticas para niños y mayores, degustaciones gratuitas de los productos típicos de la zona (el nunca bien ponderado chorizo rondeño), concursos y zarabandas propias de un pueblo en fiesta. Benaoján a rebosar de gente durante todo el fin de semana, ya que el poder de convocatoria de estas fechas siempre ha sido manifiesto en buena parte de la comarca rondeña. Como el tiempo se muestra propicio hasta se podrá dar un paseo por la cueva del Gato, cuyos alrededores son espléndidos en cualquier época del año.

Las mayordomas nombradas para el próximo año, un día después de que las fiestas toquen a su fin ponen manos a la obra para que las próximas sean las mejores. Un sueño mantenido y un orgullo que garantiza la continuidad del acontecimiento.


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