Cultura y Sociedad

Francisco Rivera ‘Paquirri’ abre la puerta grande en su regreso a la goyesca

Cortó tres orejas y salió a hombros ante los miles de curisos que se congregaban en los alrededores de la plaza.

 

La LIV edición de la Corrida Goyesca comenzaba con un minuto de silencio en memoria del que fuera durante muchos años torilero de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería Nicolás Aguilera, que falleció la noche anterior a la celebración de un festejo que el exrejoneador tanto quería, y en el que tantas veces había participado.

Posteriormente José Ordóñez y Cayetana Rivera, hija de Francisco, entregaban un recuerdo al matador valenciano Enrique Ponce por sus 2.000 festejos como matador de toros.

Como es habitual la plaza presentaba un lleno hasta la bandera, en un tarde muy calurosa, que comenzó con la faena de Ponce al primero de la tarde, un toro que no permitió en absoluto que el diestro valenciano pudiera lucir las cualidades que le han permitido estar al frente del escalafón taurino durante sus 20 años de alternativa. Pese a todo Ponce comenzó la faena con ganas  y logró algunos pases meritorios, pero ante la imposibilidad de cuajar faena despechó a su enemigo siendo ovacionado por el público.

El segundo de la tarde siguió los pasos de su hermano, poco propicio para el lucimiento del matador, y Rivera consiguió hacerle una faena meritoria dada la escasa calidad del enemigo, lo que fue premiado por la presidencia con la primera oreja de la tarde.

El tercero de la tarde, muy bonito de presentación y con buenas apariencias, se sumó al poco juego de los anteriores, manso y sin  ningún atisbo de bondad para la lidia, y Castella bastante logró con arrancarle algunos capotazos en un bonito quite por chicuelinas, ya en la muleta el de Zalduendo fue a peor y Castella lo despachó con media estocada y descabello siendo ovacionado.

Se cumplió el refrán de que no hay quinto malo, y el toro de Zalduendo lidiado en ese orden resultó espléndido, dando todas las posibilidades a un Francisco Rivera que sacó a relucir todas sus cualidades como matador. Realizó unas series realmente de gran calidad por el pitón derecho, y con la muleta en la mano izquierda consiguió unas tandas de naturales que encendieron el ambiente de la plaza maestrante. Mató de una gran estocada y cortó dos orejas, lo que garantizaba su salida a hombros.

El último de la tarde iba a dar también buen juego, y Sebastían Castella lo entendió bien desde el inicio, realizando una faena espectacular que echaría a perder a la hora de entrar a matar, estocada y cuatro descabellos, que dejarían su trabajo en una merecida vuelta al ruedo.

En resumen toros que ofrecieron un juego desigual, Rivera Ordóñez se llevó con diferencia el mejor lote, y unos matadores que estuvieron siempre por encima de sus enemigos.


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