Opinión

¡Pardiez, con este alcalde no hay quien pueda! (Lucas Gavilán)

Lanzarse contra semejante molino de viento es como aventarse por el tajo sin plumaje ni ala delta. Fueron muchos los hidalgos y doncellas que, luna tras luna, intentáronlo en esta vida perra y, en dura liza, todos acabaron cesados por heraldo motorizado y quijada en tierra. ¡Voto a bríos! Es posible que aún no haya parido madre caballero capaz de derribar tan alta almena. Platican y declaman los escribanos que mediante pactos, repactos y contrapactos siempre se mantuvo en la cogollera. ¡Maldita sea mi espina! Adueñase de la vara de mando y como amigo del buen yantar, guardola para siempre en escondida alacena. ¡Así no hay quién pueda! Pareciere que con herrajes de Río Tinto al sillón claváronle sus reales posaderas, y de ahí no lo levantan ni toda la aguerrida mesnada sarracena.

¡Diantres! Condenados estamos sin duda en esta Arunda la Bella. Que jamás remontó el Guadalevín un galeón cargado de oro y ricas especias, que un día lejano paretiere desde allende los prósperos puertos de las Indias sevillanas o las madrileñas, y que, arribando aquende, entre el hambriento vulgo repartiere el maná de sus bodegas. Dura ruina en este Tajo nos espera, que el tocino y los garbanzos en ricas posadas se los zampan gerifaltes de medio pelo y comendadores varios, mientras que, los siervos de la gleba desahuciados de gentiles encomiendas, engañamos y calmanos el llamado del estómago con caldito de Avecrem y finas hierbas.

Cuentan los trovadores que el alcalde otrora permaneciere muy arrechuchado a la gaviota abrazado. Aplicose propósito de enmienda, y aguzado el ingenio, amaestrose en el arte del trueque, cambiando verdiblanco seiscientos por Ferrari colorado. Y no acabose la cosa ahí, buen tuneo parece ser que le ha dado, pues no hace ni una luna que por la Martín de Haro a Fraile ha permutado. A fe mía que no lo entiendo. Aquí hay sortilegio invocado, duendecillo cabreado o gato encerrado Esto debe ser cosa de embrujos y encantamientos. Esme extraño tanto enredo. Busco acá y acullá. Consulto a brujas y hechiceros, y para curar tanto desbarajuste nunca encontrare esclarecedora pócima ni lenitivo ungüento. ¡Válgame Dios que ni el bálsamo de Fierabrás arregla las cosas del Ajuntamiento!

Tras unos cuantos miles de votos pertrechado, a golpe de decreto y gaceta nos gobernó antaño. Mas hogaño desgacetillado y repactado sigue igual de repeinado y por su fiel Cañestro custodiado. ¡Ay de aquel bribón que por los muros de palacio trepar intentare! Pues antes de alcanzar comprometida almena, azaetado acabare, mas para ello no faltare paladín embrabuconado que al calor de los maravedíes de las maltrechas arcas palaciegas nominados, ostentan concejalía, arcabuz dialéctico siempre en mano.

Compasión y admiración  siento por los henchidos caballeros de la Corta Figura, Ruiz y Vázquez. Y no se me confíe demasiado maese Harillo, que cualquier envidioso malandrín le puede ofrecer envenenado pastelillo. Ésto es cosa seria y no un chascarrillo. Guarden precaución y  cuidado bravos paladines, que no faltare bribón deseoso de ataros a ferruginosa cadena, acá en oscura mazmorra, o allá a golpe de remo sobre la mar océana en galeras. Bizarros, gallardos y briosos vuestras  opositoras espadas blandís en dura contienda, desconocedoras sus ilustres seseras que, como la jodienda, ésto no tienen enmienda ni hay quien lo entienda. Más no desesperen vuestras mercedes, que el Desnu,  gran librero y mejor escribano, pleno tras pleno,  siempre les echa una mano.  

¡Maldita sea mi estampa! ¡Triste sino el mío! Aventura tras aventuras, errabundo a lomos de jamelgo hipotecado, cabalgo por estas tierras serranas, y por mucho que lo intento no salgo del entuerto. Amanuense de sesera mareada soy y un tanto ofuscado estoy. Dispensen vuestras mercedes tanto atrevimiento y también que no siga escribiendo, que turbado el sentido tengo. Un costal de huesos y pellejos conforman mi cuerpo y de un tiempo a esta parte me busco y no me encuentro. Fállame unas veces el pie derecho y otras el izquierdo. En Via Crucis particular se han tornado las cosas del Ajuntamiento. Pobre de mí: gane quien gane, yo siempre pierdo.

¡Ay Javier, caballero de la Voz Verdadera, que la bolsa de los cuartos vaciá tengo, y por mucho que escribiere, vuecencia jamás repartió sustancioso dividendo! ¡Mi pluma por un sestercio¡ ¡Qué por tacaño Dios no te de paz y sí gloria!

En Arunda la Bella, año de nuestro señor de 2010.


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