Opinión

La importancia de lo importante (Jose Cabello)

Al amigo Villarba.

Hay que ver lo que da de sí el verano para conversaciones trascendentales, no sé si será la calima o será que al darnos tanto el sol en la cabeza (sobre todo a los que somos cabrio o descapotables) nos ponemos un poquito más filosóficos de la cuenta.

Nos solemos poner en este estado semi-vegetativo en el que hablamos de las cosas más importantes de nuestra vida. Y no me refiero al típico dilema que nos acompaña desde el principio de los tiempos “hacia donde vamos” “de dónde venimos” o la tan manida frase del “¿Qué fue antes el huevo o la gallina? No, son conversaciones de las realmente importantes, de las que nos preguntamos durante toda la vida sin necesidad de hacer tratados sociológicos ni tener que utilizar el comodín de la llamada al sabio de turno que todos conocemos, y qué sabemos a ciencia cierta que va a dar con la solución a todos los problemas que podemos tener en estas divagaciones veraniegas. Este tipo de preguntas sin respuesta, o con tantas respuestas que no sabemos realmente cuál es la “verdad verdadera” como dicen en el anuncio, son tan importantes cómo:

¿Qué llevan las mujeres en el bolso para que pese tanto? El bolso, no la mujer, que luego me protestan.

¿Por qué una talla 42 (o talla L, que ahora nos las cambian cada dos por tres) mide la mitad de un fabricante a otro?

¿Por qué hacen pantalones en los que los bolsillos o son de adornos, o son tan pequeños que no te caben ni las llaves?

Y así podríamos seguir por los tiempos de los tiempos. Ven cómo nos afecta a todos, iba a escribir una columna y me ha salido una parrafada de las de terraza de bar con la copa en la mano y la mirada fija en el hielo para averiguar por qué un hielo se derrite antes que otro. Si es que no nos pueden dejar solos.


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