Opinión

Los toros por el Plus (Rafael García de la Vega)

Esta semana, el gobierno catalán ha vuelto a hacer un nuevo gesto a la galería prohibiendo los toros en su región. A efectos prácticos esto a los catalanes les afecta un carajo, tan solo debemos recordar que en los últimos años no había más de una veintena de festejos taurinos anuales. Estos hechos objetivos constatan que en esa Comunidad Autónoma la fiesta nacional, que para algunos es la menos nacional de todas las fiestas, no está tan arraigada como en otros lugares de España, por tanto,  la Generalitat, en una jugada político-estratégica  de cara a las próximas elecciones catalanas decide suprimirlos de un plumazo y vuelta a lo de siempre, se arma la de dios…

En las Islas Canarias ya estaban prohibidas desde hace tiempo las corridas de toros y nadie se rasgaba las vestiduras por ello, por lo que no creo que al hecho en sí haya que darle más importancia de la que tiene, a partir de ahora, los aficionados catalanes a ver los toros por el Plus.

Ahora bien, sin llegar a entrar en el análisis de si el toreo es un arte sublime capaz de generar sentimientos inusitados o si por el contrario es la atroz matanza de un pobre animal indefenso, que es otro debate, lo que ahora hay que cuestionarse es si en una democracia como la nuestra debemos permitir que el político  de turno coarte nuestra preciada y cada vez más limitada libertad.

En mi humilde opinión la respuesta es tajante, los políticos tienen que dejarse de estupideces, la gente es suficientemente inteligente como para poder elegir si va o no a los toros, y dedicarse a lo importante, a gestionar con eficiencia, deben alejarse de crear problemas artificiales que en nada importan a los ciudadanos y solucionar los problemas reales, y todo ello siguiendo al pie de la letra su programa electoral, que es el contrato que les vincula con los ciudadanos.

Entiendo que el compromiso de un político en los tiempos que corren debe ser propiciar las mejores políticas para crear empleo y riqueza, paliar los efectos devastadores de la crisis que estamos padeciendo, contribuir a la recuperación económica del país y gestionar el dinero público con la mayor de las austeridades.

El Presidente de la Generalitat, probablemente sea el peor ejemplo de los políticos del panorama nacional,   Montilla, líder del Partido Socialista Catalán y de origen cordobés ha conseguido abrir la veda  en el Senado al hablar en catalán y ha propiciado que el pasado 22 de julio el PSOE aprobara el uso de las lenguas cooficiales durante el debate de las mociones en el pleno de la Cámara Alta, por lo que su traducción tendrá un coste de casi un millón de euros anuales para las arcas públicas. Si la lógica impera a estos no lo indultan en las próximas elecciones.


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