Opinión

Un alcalde con una cerilla y un bidón de gasolina

El pasado fin de semana, los lectores de periódicos locales, y más en concreto los habituales del rotativo RONDA SEMANAL, habrán echado de menos la columna del señor Blas Gil García. Sería exagerado decir que esta ausencia causa sorpresa, ya que es un hecho contrastado la inquietud que las opiniones del Sr. Gil causaban entre los miembros del gobierno municipal. Sus, cada vez más exiguos escritos, eran la única voz discordante dentro de un semanal entregado a la causa de este partido de concentración que antaño se llamaba PSOE.

Este PSOE ya permitió la publicación de la nueva versión de la Gaceta que convirtió al Sr. Gil en diana de insultos, desprecios y vituperios. No contentos con ello, ahora han conseguido que la propia publicación prescinda de la opinión de este profesional censurando su último artículo y haciendo desaparecer su sección. Es obvio que han sido presiones venidas desde la Plaza Duquesa de Parcent y de la calle Chica las que han privado a la ciudadanía del derecho a leer una opinión diferente a la vacua propaganda que los ediles vomitan en los medios municipales.

En un claro mensaje de “la calle es mía”, el Sr. Marín busca con esta acción lanzar un claro aviso a los que osen enfrentarse a él y a sus cada vez más obvios intereses personales por conservar la alcaldía. Con la persecución pública de cualquier disidente, el Sr. Marín se asegura limitar a unos pocos el derecho inalienable de presentarse en las listas de cualquier partido. Fuera quedarán aquellos cuyo trabajo sea precario, los que directa o indirectamente dependan del Ayuntamiento, y ahora -reinando dentro del PSOE-, cualquiera que dependa de alguna empresa pública. En un pueblo pobre como éste no hay muchas personas fuera del perfil descrito, y la consecuencia es que a la mayoría de los ciudadanos se les puede intimidar fácilmente por alguien carente de escrúpulos como el Sr. Alcalde.

 A su vez se asegura el silencio de cualquier osado ‘libre pensante’ que en su disconformidad crea que participando de la vida pública en cualquiera de sus vertientes, podría influir, cuando no cambiar, el desnortado rumbo al que este señor ha condenado a nuestra comunidad. Un alcalde con una cerilla y un bidón de gasolina: ésta es la contribución del PSOE a la democracia municipal.

Este alcalde que ahora parafrasea a Alfonso Guerra y que seguro está recibiendo clases particulares sobre la figura de Pablo Iglesias, en su mimetismo político ahora hace de  Manuel Fraga su ídolo, e intenta controlar con mano dura una calle que cree suya. Treinta años después mantiene una nostalgia de aquellos métodos, transmutado ahora en  socialista demócrata que intenta ganar las elecciones metiendo en la urna aquel yugo y flechas que deberían haber sido relegados a la historia.

La democracia no es algo concedido sine die, es algo que hay que defender todos los días, si no se perderá como tantas veces ha ocurrido en la historia de este país. Este señor es una auténtica amenaza contra la libertad y defenderla es obligación de todos, venga con la bandera que venga; no hay que dejarse engañar por el rojo de su enseña con puño y rosa como escudo, pues no son más que la quinta columna de la intransigencia.

Con la publicidad institucional como soporte básico de los medios de comunicación, el PSOE y sus allegados no adscritos mantienen en secuestro las opiniones de los ciudadanos, que son los verdaderos derrotados en este asunto. El derecho a disentir en Ronda se castiga con la persecución. El PSOE ha permitido “el pensamiento único”, en su versión más totalitaria: el pensamiento de uno impuesto a los demás, incluidos ellos mismos.

Menos mal que queda INTERNET, donde se puede leer sin censura el artículo del Sr. Gil. En su párrafo final, el escritor pone el dedo en llaga ajena y se pregunta por algo que todos sabemos y que lleva pasando mucho tiempo en Ronda. Siempre que se recalifican unos terrenos estos han sido previamente adquiridos por alguien, que por supuesto no sabía de la recalificación de los mismos, un casual golpe de suerte digamos. Suceso éste que al parecer tiene su último capítulo en unos terrenos en La Indiana y un futuro polígono industrial. Nada nuevo bajo el sol. El Sr. Alcalde no contento con haber manipulado el futuro PGOU, pretende ahora estrujar el actual, hasta que suelte la última gota de recalificaciones y todo esto con la excusa del EROSKY. El centro comercial no se construye, pero por lo pronto ha servido de excusa para alguna que otra tropelía urbanística.

Terminar reiterando mi reconocimiento al Sr. Gil en su defensa de la libertad de opinión y expresión, recordando que un pueblo necesita para su progreso de personas capaces de participar en la vida pública, y que antepongan su compromiso con la población a las presiones y chantajes de arribistas como el Sr. alcalde. Aprovechar el final del escrito para devolver el aviso al navegante Sr. Marín: si quiere la calle, venga a por ella.

Manuel Ramírez Troyano.


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