Opinión

Irak, seis años

Juan A. Díaz (El Niki).

¿En qué momento (nos) quedamos suspendidos, hace hoy ya seis años, tras conocer en muerto y en directo el color verde falso nocturno de una Primavera asesinada, nonata y despreciada?

 

Después, ya todo fue igual y seguimos, autómatas desde entonces, conjugando nuestras vidas con la muerte lejana que parece que no existe. Tan lejos como la Persia que estudiamos, la Mesopotamia de reminiscencias fantásticas con su Tigris y Eúfrates, mitos líquidos que fluyen, y la evocadora Bagdad en los sueños de nuestra infancia.

Quisimos,…hicimos la mezcla de todos esos ingredientes hasta conseguir la dosis perfecta de anestesia. Autómatas, nosotros, todos, compartiendo el macabro ritmo que marcaban las balas.

Pero Iraq estaba allí. Está ahí para acusarnos. Sus hijos, inocentes casi todos, sacrificados por el horror y la ausencia de emociones. Y hasta un puñado de soldados, también inocentes casi todos, engañados muchos, que obligamos a ejecutar la masacre mientras aparentábamos normalidad en nuestras vidas.

Yo también soy aquel absurdo presidente, aquel peón inútil de la avaricia, aquel deshumanizado cuerpo descorazonado y sin cerebro que mandó el horror a cada calle, a cada casa, a cada niño…

Desde entonces, para muchos autómatas inconformistas, sedados rebeldes que no aceptan, en busca del interruptor, … sigue teniendo algo de falsa esta Primavera que se empeña, con su luz, su verde emblemático (látigo que nos fustiga) y el canto auténtico de sus pájaros, en mantener el ritmo de una balas que resuenan repiqueteando asesinas en cualquier parte del Mundo.


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